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sábado, 16 de junio de 2012

“Los 33 Años de Los Hermanos Abalos”


“Los 33 Años de
Los Hermanos Abalos”


EL AÑO 13
Para los santiagueños que -a estar por las habladurías tucumanas- son célebres por su lentitud (en rigor, toda una filosofía de vida feliz se tiende tras esta apariencia) las noticias que recibían provenientes de la capital de la República en 1913 debieron de resultar escandalosas, signadas por la velocidad.
Ese año se inauguraron en la metrópoli los ferrocarriles subterráneos, los que, entre Plaza de Mayo y Once, corrían a 45 kilómetros por hora. Ese año, preanunciando quizás la muerte de Jorge Newbery, que ocurriría en el 14, la aviación, en distintos alardes -unir Buenos Aires con Mar del Plata, por ejemplo- cobraba tres víctimas. Al mismo tiempo, se iniciaban los trabajos para la construcción de un nuevo puerto y la historia cobraba impulso: aparecía "Crítica" para iniciar un nuevo estilo, dinámico, en periodismo; Petorutti rompía con la pintura tradicional; el senado recibía por primera vez a un legislador socialista. Moría una época: se iban Eduardo Wilde, Lucio V. Mansilla, Gregorio de Laferrére, los nostálgicos; la lectura preferida de los jóvenes era "El hombre mediocre", de José Ingenieros, el revolucionario.
Era, efectivamente, el cambio.
Cambio que en cuanto a la música, entronizando el tango sensual (que poco después merecería una impugnación del mismísimo Pío X en Roma) con Francisco Canaro y Vicente Greco, parecía sepultar para siempre la tradición casi ingenua de los antiguos ritmos, allí, en la ciudad que cada vez recibía mayor cantidad de inmigrantes, al punto de que un censo producía un "empate" entre argentinos y extranjeros que la habitaban.
Sí, los santiagueños debieron escandalizarse... pero siguieron haciendo las cosas a su manera, a su ritmo, y en el hogar que formaban el doctor Napoleón Abalos, santiagueño de padres argentinos y abuelos vascos, y doña María Helvecia Balzaretti, santiagueña de padres y abuelos suizos, hubo novedades durante toda la década. Alegres novedades. Entre 1913 y 1923 nacieron los hijos: Napoleón, Benjamín (Machingo), Adolfo Armando, Roberto Wilson, Víctor Manuel (Vitillo) y Marcelo Raúl (Machaco).
Curiosamente, en tal tiempo de cambios, a ellos les correspondería más tarde llamar la atención a los porteños acerca de las ventajas filosóficas de la "lentitud". Esto es, de la íntima contemplación, del descubrimiento interior.

LA LLEGADA A BUENOS AIRES
Hasta que culminó el trágico año 38, año del suicidio de de Lugones y Alfonsina Storni, los hermanos crecieron en el país de las eses largas, completando sus estudios y aprendiendo, por contacto directo, la enseñanza indeleble del folklore. Crean, cantan y bailan las danzas nativas; son indispensables en toda fiesta en todo patio criollo santiagueño.
Y por fin llegan a Buenos Aires. Ocurrió en el .39, en pleno furor del jazz, cuando un ex violinista de Ana Pavlova y de Isadora Duncan, Eduardo Armani, dirige la orquesta más cotizada entre los porteños.
Somos, en esa época, líderes en Latinoamérica. Aunque la desesperación lleve también al suicidio al tribuno De La Torre, aunque el mundo en guerra cree un panorama confuso. Afirmando líricamente ese liderazgo, los Abalos traen consigo una Amerindia inédita, escondida en nuestras fronteras, prieta en las vidalas, las chacareras, la tonada santiagueña.
Machingo, Adolfo, Roberto, Vitillo y Machaco miran la ciudad con ojos asombrados, claro, pero sin miedo, sin actitud estupefacta. (Años más tarde, en New York, tampoco se preocuparían demasiado por el gigantismo de tal "hormiguero pateado"; simplemente, le dedica rían una chacarera en la que con humor y fraternidad, sugerirían que aquello y esto -New York y Buenos Aires- es, casas más, casas menos, igualito a su Santiago.
En los tiempos en que fallece Pío XI, y el cardenal Pacelli es designado corno su sucesor, los Abalos se integran con facilidad al culto a la velocidad que hacen los porteños, pero ni se entregan ni lo veneran; junto a la tonada que no les abandonará jamás, ellos traen la religiosidad de la siesta, los hondos retumbos de los bombos legüeros en el corazón, las músicas de las telesiadas. Y eso vale.
Florencio Escardó, un médico que por entonces estaba asomándose a la literatura, los divierte cuando escribe: "El porteño es un ser tan preocupado por buscar la alegría, que ha hecho de esa búsqueda un problema que lo pone triste. Por esta razón, en los sitios de diversión, el porteño tiene un aire científico y preocupado. Esa esperanza, a la vez aguda e indefinible de la diversión, es lo que hace de todo porteño un jugador potencial. Es decir, un profesor de esperanza y de inconsciencia. De ahí que Buenos Aires sea la ciudad del mundo donde hay más rifas, casamientos y audiencias presidenciales".

LOS AÑOS 40
Lo demás se desarrolla por cauces normales, irreversibles.
En 1940 comienza la obra. Ya son, artísticamente, Los Hermanos Abalos. Debutan como grupo vocal, instrumental y de danzas, en la Biblioteca del Consejo de Mujeres.
Después de la ya olvidada aparición de la compañía de su comprovinciano Andrés Chazarreta en el Politeama, allá por el 21, son el primer conjunto del Noroeste Argentino que desarrolla una labor intensa de divulgación cultural, artística y "recreativa" -como decían los locutores de la época- en diversos círculos educacionales, intelectuales y sociales de la Capital.
No pierden tiempo. En 1941 graban su primer disco en "Odeón": una zamba, "Nostalgias santiagueñas", y una chacarera, "Chacarera del sufrido", se registran en la placa y comienzan a transitar por los caminos.
En el 42 crean la primera confitería nocturna y peña de la Capital Federal, una apertura que inauguraría un estilo en el mundo del espectáculo: el "Salón Achalay", en la esquina de Santa Fe y Paraná.
En 1943, año de profundas transformaciones en el país, se anticipan a la toma de Buenos Aires por los provincianos. Por invitación de don Pascual Carcavallo acceden al Teatro Presidente Alvear, diagramando un espectáculo de tres ambientes: Rural, Altiplánico y Urbano. Cada uno con música tradicional relacionada al ámbito; cada uno con vestimenta acorde; cada uno con los instrumentos clásicos de los Abalos: pianos, charangos, guitarras, quenas, bombos y cajas. Por primera vez reciben el comentario periodístico y se abre ante ellos el éxito. Pasan al Teatro Municipal, comienzan a difundirse sus danzas y canciones; "Juntito al Fogón", "Mi Pacha Mama", "Achalay", "Chacarera del Cachi-Mayu", "Chacarera del Misky-Mayu", "Santiago Manta", "El Utulita", "Aunque te escondas". El cine argentino, que se había inaugurado como industria propiamente dicha cuando llegaron por primera vez a la Capital, los compromete para que actúen y compongan la música de "La Guerra Gaucha", en la que popularizan "Carnavalito Quebradeño" y "Canto al Angelito". Siempre en el 43, retornan al Noroeste, ahora como artistas. En Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Salta y Jujuy los aclaman. En la gira nacen la zamba "Por la Cuesta del Totoral" y "El pajarito", bailecito.
Un año después, la radio, el gran medio de comunicación, los conquista. El debut se produce en LR1, El Mundo. El corolario: nuevas giras, ahora por todo el país y grabaciones para "RCA Victor".
En el tumultuoso 1945, crean el Primer Estudio integral de Arte Nativo, una contribución contundente a la cultura nacional. Crean la Peña "Achalay", en Santa Fe al 1700, y cruzan el Plata, para presentarse en el Teatro 18 de Julio de Montevideo.
El 46 se anuncia con una chacarera a la que bautizan con el nombre del año, al tiempo que componen otra, "Santiagueño soy", y dos zambas, "Zamba de mi pago" y "Zamba de los yuyos", que se volverían clásicos del cancionero. Vuelven al Uruguay y al Brasil, retornan las giras por el centro, sud y oeste del país. Ya son figuras estelares.
Los acontecimientos se suceden con una rutina que presenta siempre, paradójicamente, novedades luego.
Lo que sigue es una apretada síntesis de esa trayectoria.

1947
Crean la confitería nocturna -siempre en el estilo de la peña- "Achalay Huasi", en Esmeralda y Santa Fe. Allí ven cómo la música folklórica se afianza en la Capital, contra el pronóstico de muchos. La moda, por entonces, es conocer cada novedad del grupo fraternal: "Mi bien", "La Juguetona", "Chacaimanta", "Bailecito quenero", "Bailecito de procesión", "Ya me voy, ya me estoy yendo", "De lejos parece un humo", "Qué bonita vida mía". . .
1950
Sixto Pondal Ríos y Carlos Olivari escriben una obra teatral en la tesitura de la comedia musical, especialmente para Los Hermanos Abalos: "Así se ama en Sudamérica" en base, esencialmente, a los ritmos folklóricos. Pedro Quartucci, Fernando Ochoa, Juan Serrador, Angel Eleta, Sabina Olmos, Benita Puértolas y Tamara Grigorieva son el resto del elenco principal.
1951
lnternacionalizar la difusión de la música y las danzas folklóricas argentinas es la consigna. Los Hermanos Abalos viajan a Estados Unidos. Actúan en "El Chico”, en New Yorl, y realizan también recitales culturales y presentaciones en "Radio City".
1952
Publican su famoso trabajo para músicos, técnicos y teóricos, "Primer álbum para piano", con la teoría del "dos-tres" en la música folklórica, un hito fundamental en su carrera … y en la de muchos folkloristas que contaran luego, por fortuna, con ese estupendo material formativo. Continúan las giras y grabaciones. Nace "Todos los domingos". Se abre un período fecundo en el que, luego de una nueva visita a Estados Unidos difunden y enseñan treinta danzas típicas argentinas entre los integrantes de un grupo de bailarines internacionales. Nace, por cierto, "Casas más, casas menos".
1958
En Mar del Plata crean el célebre “Rancho de los Abalos”, otra apertura fundamental en la noche con folklore. Nace la "Chacarera del Rancho". En la televisión que los contó como artistas desde sus primeras emisiones, se popularizan algunos de sus programas: "El Rancho de los Abalos", "A las 22 con los Abalos", "El mediodía de los Abalos". . .
1966
Se permiten un lujo singular y feliz: dar la vuelta al mundo haciendo música, cantos y danzas de la Argentina. En Perú, México, Canadá, Japón, Tailandia, Pakistán, Arabia, Alemania, Brasil, protagonizan éxitos insólitos. Siguen trabajando con humildad, con talento, con preocupación.
1969
Al cumplir sus primeros treinta años como artistas, Canal 7 los presenta en el "Homenaje a Los Hermanos Abalos" y cumplen, asimismo, un ciclo brillante: "Una copa con los Abalos". Al propio tiempo, reeditan las épocas de "Achalay Huasi", desde su club nocturno, "El pescante". Siguen escribiendo, y así nacen "El Pintao", "La vieja", "Gatito de Tchaikowsky", etcétera.
1971
Luego de haber colaborado, en el 70, en un espectáculo que los llena de alegría, las "Trincheras santiagueñas", actúan en España y en Italia, en el Teatro María Guerrero y en el Instituto ltalo Americano, respectivamente. Además lo hacen en radio y televisión.
1972
Retorno al corazón de Latinoamérica en una gira de gran repercusión. En Colombia debieron prolongar su temporada a 40 días, y en México, 15 jornadas.
1973
Integran el elenco del film "Argentinísima". Se desvinculan del sello grabador al que pertenecían y firman contrato con MICROFON ARGENTINA, donde registran éste, su primer LP en la nueva casa. Su espíritu, mantener indeleblemente el estilo característico de los Abalos, su ritmo, su profundidad, su alegría. La alegría de un país que cambia, que se decide a marchar hacia su destino... buceando en las profundidades del ser nacional con intensidad. Con los Hermanos Abalos.


“Los 33 Años de
Los Hermanos Abalos”
Sello Microfon - SE-396
Año 1973


1. Añoranzas - Chacarera doble (Julio A. Gerez).
2. Zamba de Vargas - Zamba (Hnos. Abalos).
3. Gatito de Tchaikowsky - Gato (Adolfo Abalos).
4. La Equívoca - Chacarera (Ariel Ramirez).
5. Esperanzas - Vidala (Julián Díaz, Benicio Díaz).
6. Chacarera del rancho - Chacarera (Hnos. Abalos).
7. La Ñaña - Zamba (Hnos. Abalos).
8. La Juguetona - Chacarera (Hnos. Abalos).
9. Machascanispa - Bailecito (Hnos. Abalos).
10. La Candelaria - Zamba (Jaime Davalos, Eduardo Falú).
11. Chakaymanta - Chacarera (Hnos. Abalos).
12. Qué bonitos carnavales - Carnavalito (Hnos. Abalos).

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