Jorge Cafrune
EL CHACHO, VIDA Y MUERTE DE UN CAUDILLO
CBS 8599
Ed. España
Nació la idea de este long play en Cosquin, en enero de 1965, en el enfervorizado ambiente del V Festival Nacional de Folklore. Se la propuse a Hernán Figueroa Reyes joven y eficaz asesor folklórico de COLUMBIA, quien la aceptó con entusiasmo y encontró luego amplio apoyo en los ejecutivos de la Empresa. De los artistas exclusivos de este sello, Jorge Cafrune conocedor de nuestro pasado histórico e identificado con la corriente popular de su interpretación- era, sin duda, el que con mayor fuerza y expresividad podia cantar, como lo ha hecho, "El Chacho: vida y muerte de un caudillo". Todos estos temas son inéditos y se compusieron pensando en las características y las posibilidades de la voz de Cafrune.
La calidad y autenticidad de los compositores que prestigian la obra Adolfo Abalos, Eduardo Falu, Carlos Vincent, Carlos Di Fulvio y el joven compositor y cantor riojano Ramon Navarro-me eximen de todo comentario al respecto. Sin ignorar que muchos excelentes poetas han tratado el tema del Chacho, decidi, sin embargo, escribir la totalidad de las letras, a fin de dar al todo coherencia y unidad.
Como en un vasto friso, las canciones incluidas ofrecen imágenes que van desde el nacimiento a la muerte del caudillo.
La muy heroica decisión de oponerse al avasallamiento de la provincia de La Rioja; la viril determina- ción de ser libres, el presentimiento de un destino del caudillo que, por fin, se cumple con trágico aire de fatalidad; la eventual alegria de Peñaloza, en su minuto de amor; la ironia y la sorna con que un chachista se anoticia de la llegada de tropa enemiga, que lo hallará, quiza, desprovisto de armas, pero no menguado de valor; el llanto por la caída del Chacho, en una muerte oscura y afrentosa que no era la que merecía, son, en fin, algunos de los momentos glosados por letra y música de las canciones que se oirán.
En todo se ha querido ser respetuoso. En todo se advertirá, también, la verdad, bajo algún destello de poesia.
Angel Vicente Peñaloza general de la Confederación Argentina por decreto de Urquiza es el caudillo. de nuestro pasado, de más noble calidad humana. El apodo de "El Chacho" -por el que es más conocido- se le prendió en tiempos de la niñez, cuando su tio, el sacerdote franciscano Vicente Peñaloza, quiso poblarle la cabeza de letras y latines. El, sin duda, estaba llamado a otro destino...
"Chacho! ¡Chacho!..." gritaria el buen franciscano llamando al niño. Y aquella abreviada invocación de "¡muchacho!" vendría a quedarle como definitivo apodo.
Nació Angel Vicente Peñaloza en Guaja o Huaja, caserío de la Costa Alta, en Los Llanos de La Rioja, en 1798. Fueron sus padres don Esteban Peñaloza y doña Ursula Rivero. Por las venas de sus abuelos y bisabuelos paternos corría la valerosa y porfiada sangre aragonesa. Casó con Victoria Romero, bizarra muchacha riojana, que lo acompañó bravamente en muchos combates. El cancionero anónimo ha recogido una copla que la alude:
Dona Victoria Romero,
Si usted quiere que le cuente,
se vino de Tucumán
con una herida en la frente.
Era el caudillo hombre de soberbia planta, rubio, de ojos celestes, de fuerza poderosa y de sencillo y bondadoso corazón. Ignoró el rencor y la venganza, aun en momentos de ardua pasión política. Ayunó con su tropa, cuando faltaba el alimento. Repartió lo propio entre sus soldados. Fue seguido con larga adhesión, en el triunfo o la derrota, por hondo afecto, jamás por temor. Se constituyó en verdadero "padrecito de los pobres" en su provincia, y en juez patriarcal y acatado en los más variados asuntos que le sometía la gente humilde. Hasta los politicos de soslayadas ambiciones buscaron su apoyo, para afirmarse. El los dejaba hacer, hasta calarlos...
En sus inicios, el Chacho siguió a Facundo, aunque sin compartir ciertas violencias del riojano. En La Tablada (1829) arrastró a lazo un cañón y sorprendió con su valor y audacia al propio general Paz, con bravos asaltos de caballeria. Emigró en la época de Rosas, lamentándose de verse "en Chile y de a pie". Desde allí inició una patriada liberadora. Peleó, luego de la muerte de Facundo, a las órdenes de Lavalle y Lamadrid. Este último ha dicho del caudillo: "Es un hombre valiente, patriota y honrado". Urquiza ganó la amistad del Chacho. Triunfante el porteñismo en Pavón (1861), La Rioja fue invadida por tropas nacionales, algunos de cuyos jefes el coronel Ambrosio Sandese Iseas han dejado tremenda memoria de crueldad. El Chacho defiende la autonomía provincial y se empeña en una guerra en que la provincia sufre una "pacificación" arrasante. Se lo trata como a bandido. Por fin, el mayor Pablo Irrazábal, de las fuerzas de Arredondo, lo mata de un lanzazo, en Olta, el 12 de noviembre de 1863, cuando el Chacho, desprevenido y mateando, ha pactado ya sencilla rendición con su compadre Vera, que viene a proponérsela. Poco después Irrazábal, seintiendo que ha deshonrado las armas, pide voluntariamente su baja de las filas.
La muerte del Chacho que es decapitado, y en cuyo cadáver se ensaña hasta lo horroroso la inútil venganza es un torpe crimen, sin justificativo alguno. en la política argentina. Puede intentarse, sin embargo, por lo menos, una explicación: a partir de 1853, el gobierno central se propone extender y asegurar el cumplimiento de las disposiciones constitucionales, sobre todo en cuanto a no tolerar la existencia de gobiernos de hecho el Chacho lo era, por propia gravitación y prestigio y con respecto a la protección de la propiedad privada. Aunque el Chacho fue respetuoso de vidas y haciendas, el poder central no quería dejar el arbitrio de un gobierno irregular la protección de esos bienes. Con todo, el Chacho pudo ser asimilado a una evolución política. El mismo había ofrecido la paz, una y otra vez, y hasta la expatriación, para terminar con una guerra sin sentido. La "pacificación nacional" excedió en La Rioja cualquiera de los crímenes atribuidos a la montonera. Después del tratado de La Banderita, el Chacho devolvió los prisioneros hechos al ejército nacional. Los suyos habían sido fusilados. Hay una escena de vergüenza y arrepentimiento, en que los propios inculpados sienten que ellos que quieren representar la ley son acusados por su conciencia y por el montonero a quien se venía persiguiendo por bandido.
La gran lección de la muerte del Chacho es que cada uno de los argentinos debe asumir la totalidad. de la experiencia política del país, sin caprichosa y tajante discriminación entre elegidos y réprobos. El día que todos acepten y distribuyan la culpa de todos, la sombra sangrante del Chacho podrá unirnos, como admonitoria advertencia.
León Benarós
01. LA PURA VERDAD - baguala - León Benarós - Adolfo Ábalos
02. CANCIÓN DE CUNA DEL CHACHO - vidaia - León Benarós - Carlos Vincent
03. LA VICTORIA ROMERO - cueca - Leon Benarós - Ramón Navarro
04. DEJE, NOMÁS - vidala chayera - Leon Benarós - Adolfo Ábalos
05. MONTONEREANDO - chacarera - León Benarós - Adolfo Ábalos
06. TRIUNFO DEL CHACHO - triunfo - León Benarós - Eduardo Falú
07. ZAMBA PARA EL CHACHO - zamba - Leon Benarós - Ramón Navarro
08. VISIÓN DEL CHACHO - zamba - Leon Benarós - Carlos Di Fulvio
09. MUERTE DEL CHACHO - recitado - Romance de León Benarós) recitado por Jorge Cafrune
10. LLANTO POR EL CHACHO - chaya - León Benarós - Eduardo Falú
Aporte de Alberto Orozco
Muchas gracias.
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