Jaime Torres
CHARANGO
¡EL JAIME TORRES, ESE LLOCALLA CHARANGUERO!
De padre carpintero y madre chichera ¡qué lindo para nacer charanguero!. Se crió entre el murmullo de las runas que en la chichería despenaban su corazón para matar el "chaki", hablar soledades y cantar juntos en el abrazo fraterno o los brindis al que tientan los "melgarejos" derramando la sabrosa bebida de maíz. Mamó leche de palo. ¡es duende ! ... Y ha crecido oliendo viruta, la carne misma de las selvas vírgenes que venía a desnudar su intimidad lluviosa en aquellos palo de "guayaiví" en los que su Tata -Eduardo Torres- y su "Tiu" -Mauro Núñez- cantiaban los charangos.
Mauro era el mago -interprete y tallista- lo que ya no le podía sacar en música al instrumento se lo sacaba a tajos de gurvia, apretujando en la maderita como quien borda en palo, esas figuras, esos rostros, ese pueblo que sentado en cuclillas espera por la poesía, la novela, la talla o la música, la redención o la resurrección desde las urnas funerarias.
Sin querer, Mauro Núñez fue pasándole al changuito los secretos del instrumento mestizo, que tiene el tamaño del quirquincho y cava agujero de cueva en la entraña del charanguero, como sí se escondiera del ojo celoso del conquistador. Como quien hurta algo, con el temor de ser descubierto, cuando Mauro dejaba el charango Jaime lo agarraba para acariciar lo primero, y lo sentía como una hermanito; jugaba con él, rascandole sus tripitas chillonas, muy despacio, cosa que no se enterara el tío, que en la plática con su Tata se había olvidado del charango.
-¡Deja eso! ¡Vas a romper! - le quitaba su Madre, la Pastora Moyano, y lo mandaba a buscar agua para yapar las mermas del arrope, que hervía siete noches resumiendo dulzura.
Así, jugando...aquella tablita, amarilla de sol de monte, que al Mauro le había salido de las manos para convertirse en herramienta sonora de su corazón silencioso de indio; esa maderita que en las manos de Eduardo Torres dejaría ante los ojos artesanos brillo de arcilla en cada corte, pasó a las manos del llocalla, del Jaimito, ese carajito que ahora con deditos churmaos, filosos de tacto ebanista, le saca un sonido livianito, como el polvillo de las alas de las mariposas; o seco y nervudo como la baina del ají amarillo. ¡y se nos viene la barranca encima!...¡Música como bocanada de horno! ¡música como neblina...música ambulatoria como trote de burro por las calles de Sucre! ¡por esas calles!...por plazas, mercados y chicherías, por trenes como ferias y ferias como trenes que van a cualquier parte con toda la eternidad para llegar. Entonces uno de con el oído el pueblo vivo en su mural de barro religioso; la santa dignidad del pobrerío, festival de colores en las cuevas de Oruro; agrio de mostos en las vendimias de Cinto o de Camargo. El pueblo de Inocencio Bolivia, diluvial de tiempo humano, de antigüedad, de templos y ruinas lejanías de sal en los ojos de las llamas; la luz...la luz... sobre el temblor del aire, en los altiplanos y las cordilleras que en un tarascón helado muerden el cielo metálico.
Yo, que traigo del cholo la sangre a dos tristezas, "mismidas" la del español y el indio, en una contradicción que sólo resuelve la música; los invito a escuchar...a que nos vamos estremecidos por la vibrante nervasón de las cuerdas, en el "huaramuyo" de la música...hacia Bolivia. Allá donde nuestra América es más densa y defiende el "soroche" su pureza de estirpe y su inocencia; a las vegas del
Titicaca o a los húmedos Valles Orientales, donde nacen los ríos más caudalosos del planeta. Desde la flor de ceniza hecha piel de la chinchilla, hasta los siringales del Beny; desde el huaino al taquirari, arrebatados por las quimbas de la cueca; transportados por la música de JAIME TORRES y su cuadrillita de musiqueros que han venido a dar testimonio del indio, a decirnos con sus instrumentos todo aquello que los muros del Tiahuanaco han dicho en piedra; lo que más allá del trueno de la dinamita permanece mudo; lo que tan sólo el viento se anima a gemir entre las "yaretas"...la voz del pueblo boliviano, hijo del Sol y la Luna.
JAIME DAVALOS
Aclaraciones al vocabulario quechua empleado:
Chaki: sed
Megarejos: vasos de un litro o más
Mismidas: mezcladas
Huairamuyo: remolino
Soroche: puna o mal de altura
Yareta: planta de la una
Personal
Charango: Jaime Torres
Canto y guitarras: Jorge Rojas y José Ramírez (2ª voz)
Quena: Uña Ramos
Colaboraron además
Percusión: Domingo Cura, Alfredo Remus, Alberto Alcalá y Jorge Padín.
Jaime Torres
CHARANGO
Philips 82118 PL Mono (85545 PY Estéreo)
01. GUADALQUIVIR - carnaval tarijeño - Gilberto Rojas
02. EL SANTO CRISTO - cueca - popular
03. EL CHARANGO - carnavalito - Jaime Dávalos, Eduardo Cabeza
04. LA COCHABAMBINITA - bailecito - Jaime Dávalos, Jaime Torres
05. CARA BONITA - huaino - José Ramírez
06. LORITO DE LA MONTAÑA - huaino - popular
07. OH COCHABAMBA - taquirari - Jaime del Río
08. HUERFANA VIRGINIA - cueca - Simeón Roncal
09. FLOR DE SANTA CRUZ - carnaval - Gilberto Rojas
10. EL CHARANGUERITO - bailecito - Rolando Soto, glosa de Jaime Dávalos
11. MI ADIOS - huaino - Eduardo Orías
12. ACUARELA POTOSINA - triste y caluyo - Iporre Salinas
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Aporte de Jorge Luis Argüero
lunes, 19 de febrero de 2024
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1 comentario:
Hola amigos de este maravilloso blog! Los felicitamos por tantos años de aporte generoso con la música popular argentina y latinoamericana!
Les pedimos encarecidamente la reposición de este link para seguir disfrutando del charango mayor de Argentina.
Un abrazo fraterno desde Salavina, provincia de santiago del Estero!
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