Ernesto González Farias
MALAMBOS Y CARNAVALITOS
"LONG-PLAY" de extraordinario valor es éste, en el que ha sido reunida una selección de los más característicos malambos y carnavalitos, para delicia de los buenos amantes del folklore.
Muchos son los estudiosos que han intentado rastrear el origen del "Carnavalito". Posiblemente es una danza popular que en sus ritmos básicos ya existía antes del descubrimiento de América. Se lo considera, así, como expresión prehistárica, perteneciente a la familia de las grandes rondas colectivas, según afirma un autorizado musicólogo. Datos ya más cercanos y documentables indican que procede del Alto Perú, donde fue insinuando la contextura típica que después adquirió en el noroeste argentino, particularmente en las provincias de Salta y Jujuy. Por sus
figuras coreográficas deriva, indiscutiblemente, del tronco común de las contradanzas. Como su
nombre lo señala, es danza de Carnaval, aunque se baile en otras ocasiones, ya que dejó sus arcaicos escenarios aborígenes para invadir otras clases y ambientes. Actualmente es uno de los temas folklóricos preferidos en bailes sociales, fiestas escolares y representaciones teatrales.
Lo es por su coreografía dinámica y envolvente, por su ritmo contagioso y esquemático y por el pintoresquismo de la indumentaria que usan sus intérpretes indígenas y ciudadanos. En extensas regiones, como en la Quebrada de Humahuaca y en toda la puna norteña, adquiere prestigio de rito que atrae a constantes contingentes turísticos. También cabe señalar sumariamente que como danza de conjunto, de zonas montañosas, trasunta sentimientos colectivos generalmente puros y nada picarescos, siempre jocundos, con aproximaciones y alejamientos de sentido vagamente misterioso.
Al"Malambo" hay que definirlo, en cambio, como danza individual, aunque a veces intervengan dos o más bailarines simultánea o alternativamente.
Su permanente centro de atracción reside en la personalidad espectacular del malambista, aun cuando participen, como decimos, dos de ellos, por cuanto en este caso el interés estriba en la sucesión de proezas que cada uno desarrolla o en el contrapunto de ambos, mediante la exhibición de su particular maestría. El malambo da lugar, en efecto, a un verdadero torneo de fjguras, punteos, malabarismos y habilidades. Todos los ojos se desplazan hacia los pies del bailarín y hacia la competencia que entre ellos pueda establecerse.
Algunos exégetas le atribuyen pormenores con trascendencia de encadenamiento, pero esta opinión es todavía discutible. Tiene el malambo, igualmente, un lejano origen indígena y sostiénese que su nombre deviene del de una tribu que lo había adoptado preferentemente. Exige grandes condiciones y aptitudes para quienes lo cultivan y actualmente se le reconoce un significado muy evidente y varonil. El malambo parecería ser el recurso placentero de que se valen los lugareños para revelar su hombruna destreza y conquistar de esa forma, en certámenes ruidosos, el amor de la mujer de sus sueños.
Estas dos expresiones folklóricas tan características -el malambo y el carnavalito- surgen ahora del surco del sello "MUSIC-HALL" en versiones de impecable perfección técnica y emocionada riqueza regional, bajo la autoridad musical del maestro González Farías, uno de los más prestigiosos intérpretes y compositores autóctonos.
JUAN RIBAS
Muchos son los estudiosos que han intentado rastrear el origen del "Carnavalito". Posiblemente es una danza popular que en sus ritmos básicos ya existía antes del descubrimiento de América. Se lo considera, así, como expresión prehistárica, perteneciente a la familia de las grandes rondas colectivas, según afirma un autorizado musicólogo. Datos ya más cercanos y documentables indican que procede del Alto Perú, donde fue insinuando la contextura típica que después adquirió en el noroeste argentino, particularmente en las provincias de Salta y Jujuy. Por sus
figuras coreográficas deriva, indiscutiblemente, del tronco común de las contradanzas. Como su
nombre lo señala, es danza de Carnaval, aunque se baile en otras ocasiones, ya que dejó sus arcaicos escenarios aborígenes para invadir otras clases y ambientes. Actualmente es uno de los temas folklóricos preferidos en bailes sociales, fiestas escolares y representaciones teatrales.
Lo es por su coreografía dinámica y envolvente, por su ritmo contagioso y esquemático y por el pintoresquismo de la indumentaria que usan sus intérpretes indígenas y ciudadanos. En extensas regiones, como en la Quebrada de Humahuaca y en toda la puna norteña, adquiere prestigio de rito que atrae a constantes contingentes turísticos. También cabe señalar sumariamente que como danza de conjunto, de zonas montañosas, trasunta sentimientos colectivos generalmente puros y nada picarescos, siempre jocundos, con aproximaciones y alejamientos de sentido vagamente misterioso.
Al"Malambo" hay que definirlo, en cambio, como danza individual, aunque a veces intervengan dos o más bailarines simultánea o alternativamente.
Su permanente centro de atracción reside en la personalidad espectacular del malambista, aun cuando participen, como decimos, dos de ellos, por cuanto en este caso el interés estriba en la sucesión de proezas que cada uno desarrolla o en el contrapunto de ambos, mediante la exhibición de su particular maestría. El malambo da lugar, en efecto, a un verdadero torneo de fjguras, punteos, malabarismos y habilidades. Todos los ojos se desplazan hacia los pies del bailarín y hacia la competencia que entre ellos pueda establecerse.
Algunos exégetas le atribuyen pormenores con trascendencia de encadenamiento, pero esta opinión es todavía discutible. Tiene el malambo, igualmente, un lejano origen indígena y sostiénese que su nombre deviene del de una tribu que lo había adoptado preferentemente. Exige grandes condiciones y aptitudes para quienes lo cultivan y actualmente se le reconoce un significado muy evidente y varonil. El malambo parecería ser el recurso placentero de que se valen los lugareños para revelar su hombruna destreza y conquistar de esa forma, en certámenes ruidosos, el amor de la mujer de sus sueños.
Estas dos expresiones folklóricas tan características -el malambo y el carnavalito- surgen ahora del surco del sello "MUSIC-HALL" en versiones de impecable perfección técnica y emocionada riqueza regional, bajo la autoridad musical del maestro González Farías, uno de los más prestigiosos intérpretes y compositores autóctonos.
JUAN RIBAS
MALAMBOS Y CARNAVALITOS
Dirección Orquestal y Arreglos: ERNESTO GONZALEZ FARIAS
0l. MALAMBO EN NEGRO - Malambo - E. González Farias
02. CARNAVALTO INCAICO - Carnavalito - E. González Farias
03. LA TROPILLA - Malambo - Mario Pardo, Santiago H. Rocca
04. KACHARPAYA - Carnavalito - Tito Veliz
05. NAZARENAS - Malambo - Héctor Ayala, Isidro A. y Antonio E. Peralta Dávila
06. LUNA Y SOL- Carnavalito - César Jaimes, Gregorio Hernando
07. EL HUMAHUAQUEÑO - Carnavalito - Edmundo P. Zaldívar
08. MALAMBO EN LA NOCHE - Malambo - Rodolfo Zapata, Rolando Lucio Morales
09. EN EL CAMPO HAY UNA FLOR- huayno - Antonio Pantoja
10. MAÑANITAS CAMPERAS - Canción en ritmo de malambo - Carlos Gardel-Alfredo Le Pera
11. LOS CARNAVALES - Carnavalito sobre motivos puneños - J. Huirse Reyes-R. Huirse Muñoz
12. EL MALAMBO - con contrapunto de zapateo - Andrés Chazarreta
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