Los últimos días de Febrero del año en curso se ausentaron llevando nuevamente al archivo de los recuerdos, las voces inolvidables en la Chaya, de aquella inigualable grabación de los hermanos Peralta Dávila.
Allá por el año 1936, Buenos Aires, acostumbrada a la permanente influencia de la música americana que estaba en boga, dejo por un tiempo de mirar al exterior, sintiendo un “Sacudón” que venia del interior, llegaban desde La Rioja, dos hermanos, cantaban con voces nuevas, y llegaban a la orgullosa Capital, el aliento de los cerros nativos, la vibración sentimental de vidalas y vidalitas, el gemido ancestral del Diaguita vencido, La Rioja llegaba triunfadora y se abrían las puertas a los raros conquistadores: Los hermanos Peralta Dávila,, que se adueñaron de la admiración pública sin más instrumentos que sus guitarras y sus versos.
Fueron días de gloria para Aquiles y Esteban, eran jóvenes. Tenían en sus venas un río de canciones, el terruño navegable en los glóbulos de su sangre montañesa.
¡Qué cosa linda dejar con la boca abierta y el corazón mojado en lágrimas a la gringuería que hasta ese momento se venía embriagando con Shimmis, foxtrots, twosteep y mil drogas musicales por el estilo! Era la canción nativa la que se abría paso, no diremos a ponchazos, peri sí con gaucha cortesía, con un “permiso” que hacía bajar las cabezas. Después de radio Belgrano fueron dos emisoras las que se disputaron a los hermanos Peralta Dávila. Y asi se prestigiaron Radio El Mundo, Splendid, y los escenarios de los Teatros como Presidente Alvear, Apolo, Municipal, etc. donde quiera que aparecían los hermanos chileciteños, había un renacer de
Patria, los que los escuchaban, aprendían a ser Argentinos de nuevo. Cuando actuaron en Radio Splendid, se codearon con Andrés Floury (sic), Néstor Feria y Amanda Ledesma, etc. en todas partes se abrían cancha dándose íntegramente en sus canciones, que eran la reivindicación del folclore nativo mas puro si algo muy grande tiene que agradecer el país a estos representantes de la montaña, es el haber difundido con toda honestidad, el cancionero riojano, uno de los más bellos de la republica, sin pretender apropiárselo como hacían ciertos Santiagueños, que le ponían la firma a todo lo que hallaban. Sus éxitos mas notables en ese aspecto, fueron “La Vidalita Chayera”, “La Chaya”, y el arreglo de la canción Litúrgica “El Tincunaco”.
Su trayectoria fue amplísima, grabaron zambas como “Nonogasta”, “Aimogasteña”, “soy de Pomán”, “La Rioja”, “Famatina”, “La Ulpishita”, “Mi Tierra” Cuecas, como “Viva la cueca”, “Ricura Chileciteña” y “De La Rioja a Catamarca”, Gatos, como “El Chileciteño”, “El Trapaliento”, Vidalitas Chayeras como “El Pusllay”, “Talvez andando”, soy libre de amor” “Domingo i' Chaya”, además de muchas otras. Recorrieron todo el país en giras inolvidables actuaron en cine y fueron los primeros en ser televisados. Las marcas de discos más celebradas difundieron sus canciones, animadas siempre por el soplo inspirador de la tierra nativa.
Nunca, jamás, dejaron de ser profundamente riojanos, sentían con hondura el hechizo de su tierra natal, y sabían transmitirlo con gracia y sentimiento. Los Peralta Dávila, se ganaron un lugar de preeminencia en la historia del folclore nacional, y del canto nativo.
En un memorable reportaje realizado en su tiempo por la conocida periodista, Nora Alberdi, responden lo siguiente.
¿Dónde aprendieron a cantar? – en aquella campiña palpitante de sol y de aromas. Poblada de frondas, murmullos, esencias, trinos, misterios... Entre corolas silvestres, de diminutos cálices perfumados.
En esos frescos valles, la quena borbotea en la quietud fragantes sus cristalinos sones... notas que exhalan la honda tristeza de la raza india...
-¡Cuanta belleza!...
-Voz que, es fuerza telúrica, aprisionada con hueco de la caña...
-Como lágrima escondida, sepultada en las sombras.
-Notas agudas, penetrantes, que surgen luego con la dulzura legendaria, como si brotaron de las entrañas mismas de nuestra tierra india... notas que, aprisionan el espíritu, y para dejarlo que no se ahogue hay que dejarlo volar en olas del en sueño.
-Pero... ¿Quién les enseña estas cosas tan lindas?...
La imagen de lo infinito,... de la suprema belleza, del misterio insondable, no puede traducirse en el humano idioma. ¡Se siente!
-No entiendo.
-Se siente... se siente, íntimamente; como la esperanza... como la alegría, como los pesares, y, para traducir estos estados del alma, ¿Qué mejor lenguaje que la música?
-Ahora voy comprendiendo, el delirio, la ternura, el éxtasis de sus almas soñadoras...
-Allá en el espejo de la reminiscencia, vislumbramos una imagen querida,... ¡Nuestro nevado del Famatina!...
-¿Y?...
-Somos como los robles... fuertes... y no sabiendo llorar, cantamos.
-Cantamos a nuestro Chilecito cantamos a su cielo diáfano, a su aire puro, a sus torrentes estivales, a sus paisaje, sobre los cuales surgen sus mujeres inolvidables, cuya irradiante belleza, llevamos en la cripta de nuestro corazón.
-Cantamos a nuestra Rioja amada...
-¡Soñadores empedernidos!...
-y este canto surge de nuestro pecho, como las vertientes.
-Si, ya comprendo... cantan a la Rioja legendaria, y bravía, cuya tradición esta grabada en las páginas de la historia...
-Cantamos a nuestro Famatina, cuyas piedras lucen los siete colores del arco iris. Cantamos al pueblo que nos vio nacer, allá en el abra de la sierra. Cantamos a la flor de nuestros cardones, que semejan nidales de seda, y entre cuyas espinas erizadas, el viento canta un salmo funerario.
-¡Cuanta belleza!.
-Cantamos a nuestras aves canoras, cantamos al encaje blanco del oloroso poleo, cantamos a nuestros algarrobales y chañarales, cantamos a todo aquello que nos hace penetrar en la secreta vida de la pacha – mama.
-Tesoro de piedras, pétalos, trinos, frutos, hacinamiento del que fluye un aroma...
-Que embriaga y turba lo mismo que el alcohol, por esto cantamos, porque somos como los robles, ¡Fuertes!...
Y estos “Changos”, acorazados de emociones, van lanzando en la escala tonal de la quena, el lánguido quejido de la prima, o el llorar de la bordona, o los roncos acentos de caja, el rumor melancólico y dulce de nuestra música nativa.
Un fatídico día, en agosto de 1967, dejó de existir don Esteban, a partir de ahí, sus voces se silenciaron, pero su eco perdura en brillantes grabaciones hasta nuestros días.
Diez años más tarde, (1977) dejaba de existir don Aquiles, dejando en nuestra memoria el inmortal eco de dos voces de oro que aún hoy perduran en el recuerdo.
Allá por el año 1936, Buenos Aires, acostumbrada a la permanente influencia de la música americana que estaba en boga, dejo por un tiempo de mirar al exterior, sintiendo un “Sacudón” que venia del interior, llegaban desde La Rioja, dos hermanos, cantaban con voces nuevas, y llegaban a la orgullosa Capital, el aliento de los cerros nativos, la vibración sentimental de vidalas y vidalitas, el gemido ancestral del Diaguita vencido, La Rioja llegaba triunfadora y se abrían las puertas a los raros conquistadores: Los hermanos Peralta Dávila,, que se adueñaron de la admiración pública sin más instrumentos que sus guitarras y sus versos.
Fueron días de gloria para Aquiles y Esteban, eran jóvenes. Tenían en sus venas un río de canciones, el terruño navegable en los glóbulos de su sangre montañesa.
¡Qué cosa linda dejar con la boca abierta y el corazón mojado en lágrimas a la gringuería que hasta ese momento se venía embriagando con Shimmis, foxtrots, twosteep y mil drogas musicales por el estilo! Era la canción nativa la que se abría paso, no diremos a ponchazos, peri sí con gaucha cortesía, con un “permiso” que hacía bajar las cabezas. Después de radio Belgrano fueron dos emisoras las que se disputaron a los hermanos Peralta Dávila. Y asi se prestigiaron Radio El Mundo, Splendid, y los escenarios de los Teatros como Presidente Alvear, Apolo, Municipal, etc. donde quiera que aparecían los hermanos chileciteños, había un renacer de
Patria, los que los escuchaban, aprendían a ser Argentinos de nuevo. Cuando actuaron en Radio Splendid, se codearon con Andrés Floury (sic), Néstor Feria y Amanda Ledesma, etc. en todas partes se abrían cancha dándose íntegramente en sus canciones, que eran la reivindicación del folclore nativo mas puro si algo muy grande tiene que agradecer el país a estos representantes de la montaña, es el haber difundido con toda honestidad, el cancionero riojano, uno de los más bellos de la republica, sin pretender apropiárselo como hacían ciertos Santiagueños, que le ponían la firma a todo lo que hallaban. Sus éxitos mas notables en ese aspecto, fueron “La Vidalita Chayera”, “La Chaya”, y el arreglo de la canción Litúrgica “El Tincunaco”.
Su trayectoria fue amplísima, grabaron zambas como “Nonogasta”, “Aimogasteña”, “soy de Pomán”, “La Rioja”, “Famatina”, “La Ulpishita”, “Mi Tierra” Cuecas, como “Viva la cueca”, “Ricura Chileciteña” y “De La Rioja a Catamarca”, Gatos, como “El Chileciteño”, “El Trapaliento”, Vidalitas Chayeras como “El Pusllay”, “Talvez andando”, soy libre de amor” “Domingo i' Chaya”, además de muchas otras. Recorrieron todo el país en giras inolvidables actuaron en cine y fueron los primeros en ser televisados. Las marcas de discos más celebradas difundieron sus canciones, animadas siempre por el soplo inspirador de la tierra nativa.
Nunca, jamás, dejaron de ser profundamente riojanos, sentían con hondura el hechizo de su tierra natal, y sabían transmitirlo con gracia y sentimiento. Los Peralta Dávila, se ganaron un lugar de preeminencia en la historia del folclore nacional, y del canto nativo.
En un memorable reportaje realizado en su tiempo por la conocida periodista, Nora Alberdi, responden lo siguiente.
¿Dónde aprendieron a cantar? – en aquella campiña palpitante de sol y de aromas. Poblada de frondas, murmullos, esencias, trinos, misterios... Entre corolas silvestres, de diminutos cálices perfumados.
En esos frescos valles, la quena borbotea en la quietud fragantes sus cristalinos sones... notas que exhalan la honda tristeza de la raza india...
-¡Cuanta belleza!...
-Voz que, es fuerza telúrica, aprisionada con hueco de la caña...
-Como lágrima escondida, sepultada en las sombras.
-Notas agudas, penetrantes, que surgen luego con la dulzura legendaria, como si brotaron de las entrañas mismas de nuestra tierra india... notas que, aprisionan el espíritu, y para dejarlo que no se ahogue hay que dejarlo volar en olas del en sueño.
-Pero... ¿Quién les enseña estas cosas tan lindas?...
La imagen de lo infinito,... de la suprema belleza, del misterio insondable, no puede traducirse en el humano idioma. ¡Se siente!
-No entiendo.
-Se siente... se siente, íntimamente; como la esperanza... como la alegría, como los pesares, y, para traducir estos estados del alma, ¿Qué mejor lenguaje que la música?
-Ahora voy comprendiendo, el delirio, la ternura, el éxtasis de sus almas soñadoras...
-Allá en el espejo de la reminiscencia, vislumbramos una imagen querida,... ¡Nuestro nevado del Famatina!...
-¿Y?...
-Somos como los robles... fuertes... y no sabiendo llorar, cantamos.
-Cantamos a nuestro Chilecito cantamos a su cielo diáfano, a su aire puro, a sus torrentes estivales, a sus paisaje, sobre los cuales surgen sus mujeres inolvidables, cuya irradiante belleza, llevamos en la cripta de nuestro corazón.
-Cantamos a nuestra Rioja amada...
-¡Soñadores empedernidos!...
-y este canto surge de nuestro pecho, como las vertientes.
-Si, ya comprendo... cantan a la Rioja legendaria, y bravía, cuya tradición esta grabada en las páginas de la historia...
-Cantamos a nuestro Famatina, cuyas piedras lucen los siete colores del arco iris. Cantamos al pueblo que nos vio nacer, allá en el abra de la sierra. Cantamos a la flor de nuestros cardones, que semejan nidales de seda, y entre cuyas espinas erizadas, el viento canta un salmo funerario.
-¡Cuanta belleza!.
-Cantamos a nuestras aves canoras, cantamos al encaje blanco del oloroso poleo, cantamos a nuestros algarrobales y chañarales, cantamos a todo aquello que nos hace penetrar en la secreta vida de la pacha – mama.
-Tesoro de piedras, pétalos, trinos, frutos, hacinamiento del que fluye un aroma...
-Que embriaga y turba lo mismo que el alcohol, por esto cantamos, porque somos como los robles, ¡Fuertes!...
Y estos “Changos”, acorazados de emociones, van lanzando en la escala tonal de la quena, el lánguido quejido de la prima, o el llorar de la bordona, o los roncos acentos de caja, el rumor melancólico y dulce de nuestra música nativa.
Un fatídico día, en agosto de 1967, dejó de existir don Esteban, a partir de ahí, sus voces se silenciaron, pero su eco perdura en brillantes grabaciones hasta nuestros días.
Diez años más tarde, (1977) dejaba de existir don Aquiles, dejando en nuestra memoria el inmortal eco de dos voces de oro que aún hoy perduran en el recuerdo.
(DiarioChilecito.com)
Los Hermanos Peralta Dávila y su Conjunto
01. Zamba de la candelaria
02. La liberal
03. José Julián
04. Soy libre de amar
05. Linda mi mama
06. Vergel de amor
07. El yapirikuski
08. Nonogasta
09. Chaya
10. Tinkunaku
11. La ushutuda
12. Soy de Pomán
13. La Chaya en los cerros (Himno del Carnaval)
14. Las golondrinas
15. Al alba me voy
16. Cuitas del mollar
17. El trapaliento
18. Campanitas
19. El Chileciteño
20. La Aimogasteña
21. La ñatunguita
22. Que realito soy
23. Como trenza de ocho
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(De elantigal.blogspot.com, nuestra "sucursal")
6 comentarios:
Buenísima esta publicación. Gracias y felicitaciones.
Ernesto
PD
Donde dice "... se codearon con Andrés Floury...", me parece que debe ser Abel Fleury. Perdón si me equivoco.
Coincido con vos en que esa era la intención, pero escribieron "Andrés Floury" (sic)
Una pregunta ¿quien es el autor de la zamba "las golondrinas"
Saludos
Con seguridad no es la zamba de Jaime Dávalos y Eduardo Falú (Adonde te irás volando por esos cielos...). Pero no sé quién es el autor...
Soy la nieta , gracias por todo el reconocimiento hacia mis abuelos emocionante ,muchas gracias
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