Anastasio Quiroga es un folklorista argentino perteneciente a uno de nuestros pueblos originarios. "Descubierto" y guiado inicialmente por Leda Valladares, no sólo editó LP propios sino que la acompañó como músico en varios de los recopilatorios realizados por ella.Pese a que anduvo dando vueltas por Buenos Aires y Europa, nunca olvidó su origen. Comenta el Dr. Antonio López Hidalgo, periodista y profesor en la Facultad de Ciencias de la Información de Sevilla, España: "Me encontré con casos increíbles como el de Anastasio Quiroga, un coya de la Quebrada, que fabricaba instrumentos, como sicus, quenas, erquenchos, charangos ... y que además hacía música (la que lo descubrió fue Leda Valladares). Él era albañil de profesión, y vivía en Tortuguitas, donde había reproducido el paisaje de Jujuy en un terrenito que había comprado, de 30 x 30. Ahí había hecho un cerro, había plantado un cardón y había levantado una casa de piedra con techo de paja brava, y vivía en Jujuy... pero en Tortuguitas".Comentaba Pablo Bensaya, en 1997, al introducir una nota publicada en el diario La Prensa en febrero de 1981, que es: "uno de esos hombres que, vaya a saber uno por qué caprichos del destino, nunca ha encajado exactamente en ningún ambiente.No está dentro de los "estudiosos folkloristas capitalinos" ni dentro de los "estudiosos musicólogos". A él le toco vivir una época en la que todo lo que sonara "exótico o bárbaro" era bienvenido en Europa. Desde sus primeros años comenzó a realizar giras y recitales a su manera, una manera de ver y sentir el folklore en su más amplia acepción. Todo lo que hizo en materia musical es de la más profunda raíz folk-aborigen, pero era personal, siempre agregaba algo completamente propio. Esto es probablemente lo que caía mal a determinados ambientes eruditos que siempre desean ver en la expresión folklórica un detenimiento del tiempo, siempre igual, idéntico, sin cambios.
Quiroga, en ese sentido, fue un real folklorista. Usó mucho de la inventiva, recreó a su estilo objetos de un pasado no tan lejano; empleaba la improvisación cuando contaba historias, jamás coincidían los relatos que contaba, siempre los modificaba de acuerdo con la situación o posiblemente con su ánimo; pero el fondo y la esencia del relato siempre era el mismo".En la nota mencionada, Roberto Janz comentaba su origen: "Colla de linaje, folklorista y costumbrista, nació el 1 de agosto de 1916 en Barro Negro, provincia de Jujuy. En los comienzos de su larga trayectoria musical, vivió en Esmoraca (Bolivia), La Quiaca y Santa Catalina (Argentina). Domina la lengua quechua, que aprendió de su madre, de quien también aprendió los secretos de la cerámica". Y agregaba: "Desde niño aprendió a mirar lejos y a sondear el silencio, presintiendo la llegada de algún cóndor que acechaba las cabras. Como marucho, guió tropillas en la montaña y más de una vez gastó sus abarcas caminando largas y duras jornadas. En invierno, como único abrigo llevaba un puyo sobre los hombros y un sombrero ovejuno que protegía sus ojos del viento. En los bajos, detenía la recua de mulas cuando su estómago se lo pedía, procurando asar un trozo de charqui. También calmaba su hambre la ulpada, que preparaba con maíz cocido, agua y miel de avispas. Calmar la sed era más difícil cuando se agotaba el agua de su yuro, aguantando con la boca seca hasta la próxima vertiente. Allí el agua brotaba cristalina al lado de la "apacheta", lugar de reunión y descanso, donde frecuentemente se encontraba el maxilar inferior de un guanaco que como el del caballo servía de instrumento de percusión o "kamuna". Tocado a golpes de puño, los dientes sueltos vibran marcando el compás de un huayno o carnavalito. Su sonido es más grave del que produce el sonajero de uñas, uñas de cabra que golpean entre sí, instrumento que también usan las madres para adormecer a sus "guaguas". Desde joven supo seleccionar las arcillas adecuadas para moldear el tubo del coquenacho y según afirma, único instrumento musical que ejecuta "coquena", por cuya razón lleva su nombre. Con la experiencia de un maestro de estas artes, no sólo construye los instrumentos de viento, cuerda y percusión autóctonos del noroeste argentino, la mayoría de origen indígena, sino que también los ejecuta. A veces dos a la vez, como la caja y la "llamacenka" (flautilla jujeña), que varios músicos tocan al unísono animando la "manca fiesta". Se trata de la tradicional fiesta de la olla, durante la cual se venden toda clase de cacharros moldeados en arcilla, que traen los artesanos desde los más remotos lugares. Durante el "misachico", recuerda haber caminado "sabe Dios cuánto", tocando el bombo legüero. Con profunda devoción participaba de dicha festividad religiosa, durante la que se venera a San Juan, patrono de los pastores de ovejas. La imagen de su madre perdura en la memoria de Anastasio Quiroga, cuyos recuerdos reviven aquellos días en que lo enviaba a recoger semillas de palqui, un pequeño arbusto precordillerano, al que quitaba las vainas. Tostadas las semillas, la mujer las mojaba con la "conana", obteniendo un polvo que hervido, reemplazaba al mejor café. Estas son sólo añoranzas de un colla, que ama a su tierra y a su música, vivencias de su infancia transcurrida en sierras jujeñas, de las que emigró a las grandes ciudades. En ellas vibraron 16 instrumentos musicales, cautivando a los más selectos auditorios europeos, que aplaudieron a un embajador de nuestro folklore".Es un auténtico exponente, entonces, de ese "arte silvestre" que se menciona en el título de este LP editado por eleité en Jujuy, que presentaba él mismo diciendo: "Yo no creo que haya en el mundo seres que no amen a sus mayores y a sus buenas herencias y recuerdos. Por eso yo, como todos, soy heredero de mis antepasados y de sus buenas enseñanzas. Yo fui pastor, lo soy y seguiré siéndolo. Pero pastor no se es sólo por cuidar ovejas o cualquier otro ganado. Yo soy pastor de una tropilla de los mejores sentimientos que me han dejado mis mayores. Al irse a descansar, unos primero, otros después, van y vienen sin embargo a mi mente a cada instante, para pedirme cuentas de ese precioso ganadito que a ellos seguro tanto les habrá costado. De eso estoy muy seguro. Sus artesanías, sus instrumentos, su música, sus cantos, sus costumbrismos y toda la gracia y nobleza de sus dignísimos sentimientos.
Ellos pastoreaban esa tropita de albas ovejitas de amor. Por eso yo seguiré siendo su custodio hasta que otro buen hermano me releve. Porque al amor hay que rendirle cuentas de amor. Yo mismo he construído todos los instrumentos que empleo en esta grabación, de acuerdo a las viejas tradiciones. El canto mío no es canto: es el grito de la fauna silvestre y el sonido de la Naturaleza".Desde la canción 01 a la 07, se trata de temas anónimos recopilados por Anastasio Quiroga, si bien la letra de "La tijtinchada" le pertenece. Desde la 08 en adelante, en cambio, letra y música son de su autoría.
Ellos pastoreaban esa tropita de albas ovejitas de amor. Por eso yo seguiré siendo su custodio hasta que otro buen hermano me releve. Porque al amor hay que rendirle cuentas de amor. Yo mismo he construído todos los instrumentos que empleo en esta grabación, de acuerdo a las viejas tradiciones. El canto mío no es canto: es el grito de la fauna silvestre y el sonido de la Naturaleza".Desde la canción 01 a la 07, se trata de temas anónimos recopilados por Anastasio Quiroga, si bien la letra de "La tijtinchada" le pertenece. Desde la 08 en adelante, en cambio, letra y música son de su autoría.
Los temas son:
01. La tijtinchada
02. Vidala de velorio de angelito
03. Un corazón como el mío
04. Yaraví
05. Karallantaj
06. Toque de pastor en coquenacho
07. Las obreras
08. Margarita
09. Serenata a la china
10. Pa' qué yo vivo
11. La kererinka
12. La kuyayeña
13. Karunkeña
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