lunes, 31 de diciembre de 2018

Jaime Torres - LLAJTA RUNA


Jaime Torres
LLAJTA RUNA

El primer asombro estalló en las manos de Mauro Núñez, en la siesta solar de la puna, Jaime tenía cinco años y por primera vez se asomó a la alegre tempestad de ese animal sonoro que arañaba la tierra en las manos del tío: el charango. El vio cómo ese hombrón milenario se iba por los ojos hacia atrás, hacia adentro, buscándole la sombra al abuelo perdido tras el último sol del tiahuanaco, llorando el Yaraví de los pastores en el andar alerta de las llamas y regresando luego de allí dentro en los furiosos cóndores del Huayno. Alli fue bautizado LLAJTA RUNA, es decir, pueblo y hombre, es decir, tierra que anda, es decir, tierra y canto. Desde ahí fue destino sin olvidar al niño. Sin matar el asombro. De pie sobre el olvido. Después entró en la magia del charango. Le buscó los sonidos hasta juntarlos todos y en sus dedos volvieron las voces enterradas. Los liberó en el víento y el viento recobró la terca voz de América. Un día la ciudad se despertó al charango, golpearon sus ventanas los pájaros del norte y entonces el asombro anduvo por las calles sintiendo que la sangre del pueblo es inmortal. De la Bolivia cobre que nutrió sus raíces, JAIME TORRES extrajo las dormidas memorias. En su Jujuy, la frontera es el sueño. Él unió a los dos pueblos por donde son América. Después caminó el mundo y como Lagston Huges pudo gritar en medio del estrépito tonto: "¡Yo también soy América!". Esta es la breve historia del niño Jaime Torres, la del hombre está haciéndose. Se escribirá después.
LLAJTA RUNA, es el pueblo, pero tambien el hombre: el hombre de la tierra. Es una memoriosa reconstrucción de las raíces musicales de la Puna. Una indagación hacia el hueso del tiempo. La lámpara es la música. La que yace en los hondos yacimientos del pueblo y la que se despierta con el hombre de hoy por oscuras regiones. Un documento sonoro de América olvidada, donde los instrumentos -un charango, un sicus, un dúo de quenas, guitarras y bombo- proponen rescatar de una manera
lúcida, eximia, hasta virtuosa, la raíz de nosotros. Es una carta al mundo escrita con los signos más temibles del canto, para una juventud aturdida de sombras que busca con el tacto las razones perdidas. la verdad y el camino. Esta obra es ejemplo de cómo la inteligencia, el talento mayor y los conocimientos pueden servir a lo profundo. Cómo la fama puede servir de instrumento liberador de todas las corrientes que nos alienan con modos musicales y formas expresivas que nada tienen que ver con lo que somos. Pues si bien la música es un lenguaje universal por su extensión, antes, es nacional por su contenido. Sólo lo auténtico de cada pueblo, tiene destino entre los pueblos.
Jóvenes de la tierra: escuchen lo que fuimos. Así descifrarán no sólo qué somos, sino lo que seremos.
Este es el mundo nuevo: un sonido terrestre.

Armando Tejada Gómez. Guernica, Bs. As.

Jaime Torres
LLAJTA RUNA
Philips 6347056

01. Danza autóctona boliviana (Auqui, Auqui) - (Motivo popular) (D.R.)
02. Hasta otro día - (Motivo popular, Arr. J. Torres) - huayno
03. Salar de Uyuni - (J. Dalera , T. Lazo) - canción y huayno Canta: Lidia Tolaba
04. Ojos azules (Motivo popular) - (D.R.) - huayno
05. Chimba chica - (J. Torres) - cueca
06. Baila cholita - (A. Avila, T. Lazo) - taquirari
07. Vamos mujer - (L. Advis) - (Fragmento de la Cantata Santa María de Hiquique) canción y huayno
08. Agüita de Putiña (Motivo popular) - (D.R.) - danza popular
09. La rotonda (Motivo popular) - (D.R.) - huayno
10. Vamos a Serrano - (J. Ramírez, T. Lazo) - bailecito
11. Jachay moreno - (J. Crespo) - morenada
12. Ch'isi - (J. Torres) - aire de huayno

Jaime Torres: charango
Domingo Cura: percusión
Kelo Palacios y José Ramírez: guitarras
Alberto Avila y Juan Dalera: quenas
Julio Crespo: sicus
Eugenio Wojciechowski: cello
Lidia Tolaba: canto
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