LA MUJER DEL TANGO
El lenguaje y el chambergo ladeado, con el compadre adentro, para una percepción del "Buenos Aires Tango" y medio siglo atrás, o hacia la zurda (como le venga bien), en tiempos de Don Ángel Villoldo y otra nomenclaturas callejeras: Ombú, Piedad, Buen Orden, "Artes" y también "Centro América", un poco al cotelete citadino y en barrios de cuchillo y pocas pulgas. Pero, allí mismo, el verso de Evaristo Carriego, vecinal y modesto, run virando hacia el Palermo bajo la arboladura de veredas antiguas, cuando había balcóncitos que alegraban con su verde y esquinas sin ochavas que dobla con pregones y valses de organitos, con el mensaje antiguos que tenían los juglares. Y aquellos armatostes denunciando a "Rinaldi" en letras góticas. Un apellido célebre, promovido "a manija", que constituía un poco la radio y la TV de aquellos tiempos, sin más avisadores que el lorito de las agorerías y una alta, romancesca concepción de la vida y que una vez bajamos de un hondazo desde nuestra iracundia en alpargatas. " Rinaldi": una apellido que anticipaba el nombre de Susana por esa misma línea de expresión popular. ¡también un fatalismo! Y en la ciudad, tensa y febril, apurada y feérica, la pausa instropectiva que mastica lentamente los versos y que siendo " Rinaldi" de otros días, la rescata a Susana de ojos hondos y de extraña ternura sobre el techo de un piano fantasmales, bailando una pavana -la de la infanta muerta- en la anteúltima calle del verso de Carriego, inolvidable...
LO QUE EMPEZO ALGUN DIA
Hablemos de Villoldo para ubicar el tiempo. Un tiempo bigotudo que tenía tinglados de trasnoches violentos, como aquella de llamado " Concierto varieté" por la rúa Rivadavia al 1200, donde cantaba tangos "Pepita Avellaneda" y estaba haciendo punta " Dorita Miramar" entre gritos, silbidos, revoleo de sillas y cierres de telón a toda vela. Y aquellos populares escarceos de Don Angel Villoldo, junto a José Luis Roncallo llenando el patio de conventillo de tangos y de estilos, allá en la calle Alsina al 1200, cuando vivían " la Negra Victorina" y preparaba noches de jolgorios la célebre "Mamita", baila va los" Jailaifes", "Adela", "La Patita de Tero"...
DE LOS NOMBRES FAMOSOS A SUSANA RINALDI
Pero nuestro recuerdo evocar a Manolita Poli, con su voz temblorosa e inexperta haciendo desde aquel escenario del teatro " Buenos Aires" el suceso increíble de esa "Mi noche triste" en "Los dientes del perro" como sigue escuchando a Linda
Thelma o reencuentra a Iris Marga, adolescente, o ve a Lola Membrives alternando con Carlitos Gardel. Y más tarde -señeras- a Azucena Maizani y Libertad Lamarque. Y al talento increíble en un hilo de voz de la "Negra Bozán" y nos retorna el timbre gangoso y peculiar de Rosita Quiroga y la ciencia de transmitir encanto de Mercedes Simone, vigorosa y genial. Las Hermanas Falcón, Dorita Davis... Y luego en nuevas promociones de cantantes del pueblo, a otra generación, a expresiones diversas que aglutinan aportes y esclarecen el arte de ese " saber cantar" que es, ante todo, esto: la ciencia y el secreto de
ese "saber decir" que ahora está adquiriendo el rostro sorpresivo y también sorprendido de Susana Rinaldi, la voz con el misterio de tango y de Buenos Aires.
DETRAS DE UNA MELENA LARGA
Ella es la "nueva forma" de cosa diferente que abre el gran horizonte, inaugurando un arte minucioso y sutil, caviloso y vibrante como el mismo talento que preside el concepto del poema renovado, que sabe lo que dice...y como lo dice... La vimos, una vez -hace ya tiempo- en aquel primer plano de cámara en TV detrás de su melena, delante de un destino. Y en él hallazgo esa revelación de que el duende se detiene de nuevo para evitar un nombre. Y Susana Rinaldi lo tienen su prontuario con su atmósfera nueva y acaso presentida, ejercitando el ritual, develando el espíritu recóndito que tienen las palabras que se muerden así, "tanguipensando"... Con un arte porteño, rioplatense, inconfundible, que está en lo universal de la verdad del hecho sin estafas sin importarle un bledo que le digan que no o le hagan la "mosqueta" al As de espadas con que ella juega
el "todo" y se evidencia nuestra.
UN RACIMO DE OBRAS DELATANDO EL TALENTO
Porque ante todo actriz, esta muchacha tenue y longuilínea asume una conciencia de lenguaje cabal, por imperio semántico y por imponderables que habitan las palabras y están en el trasfondo de aquella melodía. Las cosas que se dan en Discépolo desde su revirado "Malevaje" al grito de "Canción desesperada" a la premonición de "Sin palabras" a la entrega claudicante del tango "Desencanto". En la rememora la visión de "Milonguita" y su arribo, Chiclana, donde debió existir el "Patio mío" jugar con "El trompo azul" conjugarse el escepticismo un poco cínico de "¿Y a mí qué...?" La dulce evocación de "Melodía de arrabal" y aquella acusación que puede reiterarse en ese "Tango triste" en el dolor de "Garras" y en esa renunciada balada para un final que es "Mi canción de ausencia". Doce obra legítimas en las doce variantes de este sólo talento que está en cada detalle, por pequeño que sea, de quien ya está instalada en el panorama musical de la historia que hereda por derecho. Es un pasado que se declara actual pero también distinto, reafirmado en esa convicción de arte crecido, maduro, con mucho de genial, que apadrinan los méritos de Roberto Pansera. No sabría decir si Susana Rinaldi vive su soledad absorta en el hallazgo de su propia manera. Su hondura solitaria. Pero puedo entender de que en la noche, en el largo monólogo de quien busque el espíritu mismo de esta ciudad que consigue su idioma, alguien pueda contestar desde lejos en es imperceptible que viven los boliches, que habita las esquinas, que deambula entre las cosas. Es: Susana Rinaldi. La muchacha de Buenos Aires. La mujer del tango.
CATULO CASTILLO
Susana Rinaldi
LA MUJER DEL TANGO
Madrigal POP MP 3002
01. MILONGUITA
02. DESENCANTO
03. Y A MI QUE
04. TANGO TRISTE
05. CANCION DESESPERADA
06. MI CANCION DE AUSENCIA
07. MALEVAJE
08. PATIO MIO
09. EL TROMPO AZUL (escrito especialmente para Suasana Rinaldi)
10. SIN PALABRAS
11. MELODIA DE ARRABAL
12. GARRAS
Arreglos y dirección musical Roberto Pansera
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Aporte de Ariel González
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