El Escondido
47115-B El escondido- Orquesta Nativa
A lo lejos, las guitarras y el tum! tum! de las cajas anunciaban el Carnaval.
Andrés, Javier, Pedro y Roque estaban pasando unos días de vacaciones y de alegre camaradería en la finca de Domingo Herrera, en la Vuelta de la Barranca. ¡Era una barra formidable!
El vergel del Santiago de ayer, era La Vuelta de la Barranca a pocas leguas de la ciudad. Conglomerado de gente bien, de criolla y venerable estirpe, diríase que por aquel entonces era también un venerable patriarcado. El noventa por ciento de una clase de igual nivel social, que mantiene hasta hoy su nobleza, su hidalguía y su bien vivir.
Arpa, violín, guitarra y bombo, arrancan en una chacarera. Bailan los compadres: don Pedro y doña Dolo; don Segundo y doña Dominga. En la mudanza, las mujeres escobillan entre el humo de los estruendos, un ir y venir de serpentinas y una verdadera lluvia de agua florida y polvo de arroz perfumado. Es ya pasado el mediodía. La fiesta está en lo mejor. Pavos, gallinas, lechones y cabritos van saliendo del horno.
En un grupo de amigos se comenta:
—Está Chaza y sus amigos, le pediremos que toque algo para nosotros.
Y se hacen distintos grupos de sobremesa. Andrés toca la guitarra. Pese a su juventud, diestro era ya para pulsar las cuerdas. Nuevamente los músicos entran en acción: el escondido, una zamba, una chacarera. Cerca del arpa, Andrés acompaña. Tenía obsesión por la música nativa y en aquel Carnaval aprendió del ciego arpista varias piezas, entre ellas el escondido. El clásico escondido, el tradicional, el típicamente folklórico norteño que más tarde publicó en su Primer Álbum de Música Nativa.
Cuando una vez le pregunté, dónde lo había aprendido, me contestó:
—Lo aprendí del ciego Carmen, siendo muchacho, en La Vuelta de la Barranca, en una celebración del jueves de las comadres en lo de doña Dolito Herrera, la tía de domingo.
(Del Libro: El Eterno Juglar. Andrés Chazarreta, su vida y obra. Buenos Aires: Ricordi Americana-Autor: Agustín Chazarreta).-
Zamba de Vargas
47115-A Zamba de Vargas- Orquesta Nativa
Era un atardecer de la primavera del año 1896. En el patio perfumado de azahares y de madreselvas de la casona de la calle 24 de Septiembre 428, doña Agustina desgranaba las cuentas de su rosario mientras paseaba lentamente guiada por su bastón. Hacía varios años que había quedado ciega.
Las campanas de La Merced, anunciaban a la feligresía la novena de la Virgen. La casa iba quedando sola, porque uno tras otro, todos salían para la iglesia.
Unos pasos llamaron la atención de la anciana:
— ¿Sois vos hijo?
— Sí mama - y la respuesta fue coronada por un beso en la blanca cabeza de la abuela. Era Andrés, el nieto-hijo preferido de doña Agustina. Fue criado por ella al morir su madre cuando él nació. El joven maestro estaba en su primer año de ejercicio y en el atardecer en que recordamos, llegaba de la escuela.
—Termine su rosario mama y le convidaré con unos mates. Quiero llegar aunque sea al final de la novena.
Unos minutos más y abuela y nieto estaban mateando.
-Anoche desde la cama, te estaba escuchando. ¡Qué bien lo tocas a la zamba en la guitarra: Si no hubiera sido que Dios me ha quitado los ojos, la hubiera bailado de puro gusto cuando vos la tocabas.
—Al año, cuando organicemos la comparsa para el Carnaval la tocaremos para usted aquí, en este mismo patio.
—Si Dios me presta licencia, hasta entonces gozaré al escucharla. Las taboadístas mantenemos rico el recuerdo de esa zamba.
—Cuénteme mama una vez más... cuénteme lo que sabían recordar mi tío Manuel Antonio, don Ambrosio Salvatierra, el Negro Chagaray y los otros.
—Carne de gallina se me hace el cuerpo cuando me imagino aquel mediodía en el Pozo de Vargas (*). El General Taboada desesperado veía perder la batalla, Muchos eran los chilenos de Várela y poca la gente de su tropa. La Virgen de la Montonera lo tiene que haber iluminado, "¡La banda!, dicen que gritó como enloquecido. Que el piquete de Brizuela toque la zamba". Así sabía contar tu tío...
Y la voz de la anciana se quebró y sus ojos secos se mojaron con el recuerdo de Manuel Antonio —el hijo ingrato— joven guerrero del Pozo de Vargas, que al volver de la batalla se enganchó en las tropas del sur y nunca más se supo de él.
—Tome otro mate mama y perdóneme, yo tengo la culpa.
—No hijo, me gusta complacerte y me gusta recordar. Dicen que cuando nuestros soldados oyeron la zamba, hicieron coro, y fusil en mano atacaron con más bríos, ganando la batalla.
— ¿Ese fue mama, el bautismo de la zamba?
— “La zamba de Vargas", hijo!, allí fue bautizada en el campo de batalla — y canturreó una copla—
Batallón de Várela
Pozo de Vargas
la despedida es corta,
mi vida la ausencia es larga.
(El Eterno Juglar- Agustín Chazarreta)
El músico santiagueño tiene 30 años y sus "ansias de querer ser algo" —son sus palabras— no se concretan en acción que prometa alguna trascendencia. En nuestra opinión, es un pequeño episodio, nunca traído a cuentas, lo que determina la iniciación de Chazarreta.
El 10 de abril de 1906 aparece en el diario El Siglo, de Santiago, un artículo firmado por Un veterano, seudónimo del capitán Ambrosio Salvatierra.
El artículo quiere conmemorar la batalla del Pozo de Vargas que ese mismo día, 39 años antes, se libró entre las tropas de Felipe Várela —caudillo riojano alzado en armas contra la Nación, que estaba en guerra con el Paraguay— y las fuerzas leales que comandaba el general Antonio Taboada. El día 10 de abril de 1867 los ejércitos contrarios se embistieron.
Chazarreta ya ha escrito un arreglo de la zamba de Vargas, la ha estudiado en su instrumento, y la ha ejecutado en público. Declara reiteradamente que se la oyó a su abuelita Agustina. Seguramente la oyó también durante la última jira de inspección. Acababa de llegar de la campaña.
Chazarreta preparó un programa y ofreció una audición el 22 de agosto del mismo año 1906 a la noche. La zamba de Vargas fue el número principal del acto, y asegura el ejecutante que tuvo mucho éxito. Chazarreta ha pasado al pentagrama una zamba tradicional, ha hecho un arreglo para su instrumento y lo ha ejecutado en público; animado por los aplausos estudia el nuevo rumbo.
(Carlos vega- Apuntes para la historia del movimiento tradicionalista argentino”)
ZAMBA DE VARGAS
Versos de DOMINGO V. LOMBARDI
Recitado
Tan solo el clamor se escucha de la ruda montonera en que el caudillo es bandera en la fratricida lucha; lágrimas y sangre mucha corrió por cerros y llanos y allá, cuentan los paisanos, que al son de zamba triunfaron santiagueños que pelearon allá en los campos riojanos.
PRIMERA PARTE
Forman montoneros
en Pozo e Vargas,
Los manda Varela
firmen batalla;
contra los santiagueños
con gran denuedo van a pelear.
Ya don Manuel Taboada
alta su espada se ve brillar.
Atacó Varela
con gran pujanza
tocando a degüello
a sable y lanza.
Se oyen los alaridos
en el estruendo de la carga,
y ya pierden terreno
los santiagueños de Taboada.
Recitado
Cuentan de los santiagueños que al verse ya derrotados su jefe mandó tocar la zamba para animarlos y cuando vibrar oyeron la música de sus pagos volvieron cara, venciendo al ejército invasor.
SEGUNDA PARTE
Bravos santiagueños
dijo Taboada:
Vencer o la muerte
vuelvan las caras!
Por la tierra querida
demos la vida
para triunfar.
Y ahí nomás a la banda,
la vieja zamba mandó tocar.
Y en el entrevero
se oyó esta zamba
llevando sus notas
bríos al alma.
Y el triunfo consiguieron
los santiagueños y este cantar.
Para eterna memoria
Zamba de Vargas siempre será.
Santiago del Estero
37182-A Santiago del Estero - vals
Hasta 1921 fue original en Santiago el corso de la calle Mitre. Para los últimos 20 años tuvo a Chazarreta entre sus organizadores principales, junto con don Manuel González Navarro y sus casas fueron centro de esta celebración.
Las familias rivalizaban en la ornamentación de palcos y balcones. En unos baldíos se levantaban palcos para una orquesta que ejecutaba las piezas más de moda y en otro se instalaba la Banda de Música de la Policía. De 18 a 20 y de 22 a 24 horas era el horario del corso.
Serpentinas, papel picado, ramilletes de flores y pomos eran los elementos de juego. Alegres comparsas recorrían la calle, rivalizando con los carruajes lujosamente ornamentados. A medianoche, el disparo de una bomba anunciaba el final del corso y entonces recién se podía jugar con agua. Un poco más y en muchas casas se organizaban los bailes
Dicen que desde temprano la casa de los Chazarreta, en los días de Carnaval, era un verdadero campamento. Amistades de otros barrios traían canastas con comida, bebidas y bolsos con ropa.
La mejor orquesta por supuesto la tenía organizada Chazarreta para sus bailes de Carnaval. Si hubiera existido aún ese viejo hermoso patio colonial, yo creo que sus enredaderas todavía estarían impregnadas de bellas melodías de valses, mazurcas y zambas!
Así fue como el domingo de Carnaval de 1913, a la madrugada, se estrenó el vals Santiago del Estero, brindado con champagne, ejecutado y bailado hasta el cansancio como anuncio del éxito que alcanzaría a través de los años. Me parece que veo a mi padre, erguido, elegante, juvenil,
dirigir primero la orquesta y luego deslizarse airoso en el patio, rodeando galante la cintura de Isabel Orellana de Correa —una de mis tías— de especial figura y gracia para el vals.-
(Del Libro: El Eterno Juglar. Andrés Chazarreta, su vida y obra. Buenos Aires: Ricordi Americana-Autor: Agustín Chazarreta).-
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Aporte de Dardo Molina Chazarreta, nieto de Don Andrés
Andrés, Javier, Pedro y Roque estaban pasando unos días de vacaciones y de alegre camaradería en la finca de Domingo Herrera, en la Vuelta de la Barranca. ¡Era una barra formidable!
El vergel del Santiago de ayer, era La Vuelta de la Barranca a pocas leguas de la ciudad. Conglomerado de gente bien, de criolla y venerable estirpe, diríase que por aquel entonces era también un venerable patriarcado. El noventa por ciento de una clase de igual nivel social, que mantiene hasta hoy su nobleza, su hidalguía y su bien vivir.
Arpa, violín, guitarra y bombo, arrancan en una chacarera. Bailan los compadres: don Pedro y doña Dolo; don Segundo y doña Dominga. En la mudanza, las mujeres escobillan entre el humo de los estruendos, un ir y venir de serpentinas y una verdadera lluvia de agua florida y polvo de arroz perfumado. Es ya pasado el mediodía. La fiesta está en lo mejor. Pavos, gallinas, lechones y cabritos van saliendo del horno.
En un grupo de amigos se comenta:
—Está Chaza y sus amigos, le pediremos que toque algo para nosotros.
Y se hacen distintos grupos de sobremesa. Andrés toca la guitarra. Pese a su juventud, diestro era ya para pulsar las cuerdas. Nuevamente los músicos entran en acción: el escondido, una zamba, una chacarera. Cerca del arpa, Andrés acompaña. Tenía obsesión por la música nativa y en aquel Carnaval aprendió del ciego arpista varias piezas, entre ellas el escondido. El clásico escondido, el tradicional, el típicamente folklórico norteño que más tarde publicó en su Primer Álbum de Música Nativa.
Cuando una vez le pregunté, dónde lo había aprendido, me contestó:
—Lo aprendí del ciego Carmen, siendo muchacho, en La Vuelta de la Barranca, en una celebración del jueves de las comadres en lo de doña Dolito Herrera, la tía de domingo.
(Del Libro: El Eterno Juglar. Andrés Chazarreta, su vida y obra. Buenos Aires: Ricordi Americana-Autor: Agustín Chazarreta).-
Zamba de Vargas
47115-A Zamba de Vargas- Orquesta Nativa
Era un atardecer de la primavera del año 1896. En el patio perfumado de azahares y de madreselvas de la casona de la calle 24 de Septiembre 428, doña Agustina desgranaba las cuentas de su rosario mientras paseaba lentamente guiada por su bastón. Hacía varios años que había quedado ciega.
Las campanas de La Merced, anunciaban a la feligresía la novena de la Virgen. La casa iba quedando sola, porque uno tras otro, todos salían para la iglesia.
Unos pasos llamaron la atención de la anciana:
— ¿Sois vos hijo?
— Sí mama - y la respuesta fue coronada por un beso en la blanca cabeza de la abuela. Era Andrés, el nieto-hijo preferido de doña Agustina. Fue criado por ella al morir su madre cuando él nació. El joven maestro estaba en su primer año de ejercicio y en el atardecer en que recordamos, llegaba de la escuela.
—Termine su rosario mama y le convidaré con unos mates. Quiero llegar aunque sea al final de la novena.
Unos minutos más y abuela y nieto estaban mateando.
-Anoche desde la cama, te estaba escuchando. ¡Qué bien lo tocas a la zamba en la guitarra: Si no hubiera sido que Dios me ha quitado los ojos, la hubiera bailado de puro gusto cuando vos la tocabas.
—Al año, cuando organicemos la comparsa para el Carnaval la tocaremos para usted aquí, en este mismo patio.
—Si Dios me presta licencia, hasta entonces gozaré al escucharla. Las taboadístas mantenemos rico el recuerdo de esa zamba.
—Cuénteme mama una vez más... cuénteme lo que sabían recordar mi tío Manuel Antonio, don Ambrosio Salvatierra, el Negro Chagaray y los otros.
—Carne de gallina se me hace el cuerpo cuando me imagino aquel mediodía en el Pozo de Vargas (*). El General Taboada desesperado veía perder la batalla, Muchos eran los chilenos de Várela y poca la gente de su tropa. La Virgen de la Montonera lo tiene que haber iluminado, "¡La banda!, dicen que gritó como enloquecido. Que el piquete de Brizuela toque la zamba". Así sabía contar tu tío...
Y la voz de la anciana se quebró y sus ojos secos se mojaron con el recuerdo de Manuel Antonio —el hijo ingrato— joven guerrero del Pozo de Vargas, que al volver de la batalla se enganchó en las tropas del sur y nunca más se supo de él.
—Tome otro mate mama y perdóneme, yo tengo la culpa.
—No hijo, me gusta complacerte y me gusta recordar. Dicen que cuando nuestros soldados oyeron la zamba, hicieron coro, y fusil en mano atacaron con más bríos, ganando la batalla.
— ¿Ese fue mama, el bautismo de la zamba?
— “La zamba de Vargas", hijo!, allí fue bautizada en el campo de batalla — y canturreó una copla—
Batallón de Várela
Pozo de Vargas
la despedida es corta,
mi vida la ausencia es larga.
(El Eterno Juglar- Agustín Chazarreta)
El músico santiagueño tiene 30 años y sus "ansias de querer ser algo" —son sus palabras— no se concretan en acción que prometa alguna trascendencia. En nuestra opinión, es un pequeño episodio, nunca traído a cuentas, lo que determina la iniciación de Chazarreta.
El 10 de abril de 1906 aparece en el diario El Siglo, de Santiago, un artículo firmado por Un veterano, seudónimo del capitán Ambrosio Salvatierra.
El artículo quiere conmemorar la batalla del Pozo de Vargas que ese mismo día, 39 años antes, se libró entre las tropas de Felipe Várela —caudillo riojano alzado en armas contra la Nación, que estaba en guerra con el Paraguay— y las fuerzas leales que comandaba el general Antonio Taboada. El día 10 de abril de 1867 los ejércitos contrarios se embistieron.
Chazarreta ya ha escrito un arreglo de la zamba de Vargas, la ha estudiado en su instrumento, y la ha ejecutado en público. Declara reiteradamente que se la oyó a su abuelita Agustina. Seguramente la oyó también durante la última jira de inspección. Acababa de llegar de la campaña.
Chazarreta preparó un programa y ofreció una audición el 22 de agosto del mismo año 1906 a la noche. La zamba de Vargas fue el número principal del acto, y asegura el ejecutante que tuvo mucho éxito. Chazarreta ha pasado al pentagrama una zamba tradicional, ha hecho un arreglo para su instrumento y lo ha ejecutado en público; animado por los aplausos estudia el nuevo rumbo.
(Carlos vega- Apuntes para la historia del movimiento tradicionalista argentino”)
ZAMBA DE VARGAS
Versos de DOMINGO V. LOMBARDI
Recitado
Tan solo el clamor se escucha de la ruda montonera en que el caudillo es bandera en la fratricida lucha; lágrimas y sangre mucha corrió por cerros y llanos y allá, cuentan los paisanos, que al son de zamba triunfaron santiagueños que pelearon allá en los campos riojanos.
PRIMERA PARTE
Forman montoneros
en Pozo e Vargas,
Los manda Varela
firmen batalla;
contra los santiagueños
con gran denuedo van a pelear.
Ya don Manuel Taboada
alta su espada se ve brillar.
Atacó Varela
con gran pujanza
tocando a degüello
a sable y lanza.
Se oyen los alaridos
en el estruendo de la carga,
y ya pierden terreno
los santiagueños de Taboada.
Recitado
Cuentan de los santiagueños que al verse ya derrotados su jefe mandó tocar la zamba para animarlos y cuando vibrar oyeron la música de sus pagos volvieron cara, venciendo al ejército invasor.
SEGUNDA PARTE
Bravos santiagueños
dijo Taboada:
Vencer o la muerte
vuelvan las caras!
Por la tierra querida
demos la vida
para triunfar.
Y ahí nomás a la banda,
la vieja zamba mandó tocar.
Y en el entrevero
se oyó esta zamba
llevando sus notas
bríos al alma.
Y el triunfo consiguieron
los santiagueños y este cantar.
Para eterna memoria
Zamba de Vargas siempre será.
Santiago del Estero
37182-A Santiago del Estero - vals
Hasta 1921 fue original en Santiago el corso de la calle Mitre. Para los últimos 20 años tuvo a Chazarreta entre sus organizadores principales, junto con don Manuel González Navarro y sus casas fueron centro de esta celebración.
Las familias rivalizaban en la ornamentación de palcos y balcones. En unos baldíos se levantaban palcos para una orquesta que ejecutaba las piezas más de moda y en otro se instalaba la Banda de Música de la Policía. De 18 a 20 y de 22 a 24 horas era el horario del corso.
Serpentinas, papel picado, ramilletes de flores y pomos eran los elementos de juego. Alegres comparsas recorrían la calle, rivalizando con los carruajes lujosamente ornamentados. A medianoche, el disparo de una bomba anunciaba el final del corso y entonces recién se podía jugar con agua. Un poco más y en muchas casas se organizaban los bailes
Dicen que desde temprano la casa de los Chazarreta, en los días de Carnaval, era un verdadero campamento. Amistades de otros barrios traían canastas con comida, bebidas y bolsos con ropa.
La mejor orquesta por supuesto la tenía organizada Chazarreta para sus bailes de Carnaval. Si hubiera existido aún ese viejo hermoso patio colonial, yo creo que sus enredaderas todavía estarían impregnadas de bellas melodías de valses, mazurcas y zambas!
Así fue como el domingo de Carnaval de 1913, a la madrugada, se estrenó el vals Santiago del Estero, brindado con champagne, ejecutado y bailado hasta el cansancio como anuncio del éxito que alcanzaría a través de los años. Me parece que veo a mi padre, erguido, elegante, juvenil,
dirigir primero la orquesta y luego deslizarse airoso en el patio, rodeando galante la cintura de Isabel Orellana de Correa —una de mis tías— de especial figura y gracia para el vals.-
(Del Libro: El Eterno Juglar. Andrés Chazarreta, su vida y obra. Buenos Aires: Ricordi Americana-Autor: Agustín Chazarreta).-
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Aporte de Dardo Molina Chazarreta, nieto de Don Andrés
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