Hugo De La Silva (Intérprete) y su Conjunto
RITMOS Y CANTARES DEL ALTIPLANO
Los primitivos habitantes de América del Sud fueron los indios CARIBES, MUISCAS, QUICHUAS, TUPI GUARANIES, PAMPAS y ARAUCANOS.
Es de suponer que estos indígenas poseían estilos y costumbres que los distinguían entre sus semejantes, ya sea en alfarería, telares, mitos, supersticiones, instrumentos musicales y formas de comunicarse que para esa época significaban su cultura. La llegada del conquistador en el año 1498 agrega a esos primitivos habitantes de la América del Sud una nueva fuente cultural, que pese a su influencia no logró deformar totalmente lo que ubicamos como raigambre telúrica. Años después, en 1531, Francisco Pizarro de Almagro y Hernando de Luque exploraron el Perú donde se encontraron con el poderoso Imperio de Los Incas, poseedor de una riqueza y cultura superior a otras tribus de América, cuya influencia se extendía a enormes distancias, como ser el noroeste argentino hasta la actual provincia de Córdoba. Cabe destacar que de las dos fuentes culturales que poseemos, la que entró por el Río de la Plata y la del antiguo Perú, se puede decir que esta última continúa su vigencia en la sensibilidad e idiosincracia de todo el norte argentino y de Bolivia, ya sea por ihfluencia del solar natal o porque el conquistador no logró el total sometimiento del hombre del altiplano, esas regiones todavía conservan una pureza que sin ser primitiva, mantienen rasgos y perfiles propios, tanto en vestimentas, costumbres, danzas y música. En la actualidad siguen cultivando su cancionero con preferencia a los nstrumentos típicos como ser la quena, el charango, anatas, pincullos, esrkes, sikus, bombos y cajas. Si bien es cierto que actualmente hay zonas donde no se habla el qUichua, ello no significa que se haya desdibujado por influencias la sensibilidad y el espíritu de los puneños. El nativo puneño sigue haciendo los mismos trabajos y faenas que sus mayores; su vida continúa en ese escenario milenario de sol, piedra y cardón. En la actualidad se pueden ver casas de pastores hechas de adobe asentadas sobre piedras; techo a dos aguas con maderas de ramas torcidas de queñua o cardón, recubierto de pajas; en el interior del techo cuelgan chalonas, patas secas de cabritos, charquis, tiras de cueros, sogas de lana, madejas de hilo para teñir, hilos de lana coloridos (para "floreal" el ganado en "la señalada"), cuajares, y sobre el zarzo, hecho rudimentariamente con ramas secas de tala, se ven los aros y cinchones para moldear quesos. A un costado de la casa se puede observar el corral de pircas con el balido tristón de las ovejas y cabritos, sin que falte el "caschi" ovejero que cuida la majada. Entre las viejas leyendas del altiplano se encuentra Coquena, nombre quichua de un ser legendario perteneciente a las tradiciones del noroeste argentino y del altiplano boliviano. De acuerdo a la superstición secular Coquena es el dios tutelar de los guanacos, las vicuñas, las alpacas y las llamas. Se trata de un enano invisible que se materializa de súbito para premiar a los pastores buenos y, otras veces para castigar o asustar a los que maltratan a los animales. Dicen los paisanos que tiene cara de indio, viste poncho, calza ojotas, y cubre su cabeza con el chulo de colorido multicolor de los quichuas. Toda su ropa es tejida con lana que le dan sus protegidos. Coquena suele, según las creencias lugareñas, guiar personalmente los ganados hacia las zonas donde hay mejores pastos y también reunirlos al son de su endiablada quena como en una fiesta ritual. Por temor a represalias de Coquena, los antiguos pobladores de esas regiones cuidaban celosamente de no herir a las llamas en las tareas de esquila y preferían aislarlas en pequeños grupos cercándolas con hilos de color rojo. En algunas localidades norteñas se encuentra todavía pequeñas estatuas de muy antigua hechura que representan a Coquena y que son aún objeto de supersticiosa veneración. A toda esa región, a todo ese conjunto de paisajes, a ese puñado de colorido y de tiempo, a esos rostros cobrizos que a lo largo de siglos logran mantener un folklore que día a día va floreciendo en la pureza dedicamos este disco y por supuesto también a todos aquellos
que aman la música regional de la América india.
HUGO DE LA SILVA
Hugo de la Silva
RITMOS Y CANTARES DEL ALTIPLANO
Music Hall 2032
01. DANZA DEL VIENTO COYA - carnavalito - H. De La Silva
02. AY, AY, NEGRITA - takirari - H. De La Silva, Tito Véliz
03. BAILECITO DE TILCARA - bailecito - H. De La Silva
04. A LOS BOSQUES YO ME INTERNO - kaluyo - Jorge López
05. LA FIESTERA - cueca - H. De La Silva
06. VIRGENES DEL SOL - tema incaico - Jorge Bravo de Rueda
07. ESPERAN QUE SE LOS DE - chaya - H. De La Silva, Elba Ricciardi
08. SABOR A MIEL - takirari - H. De La Silva, Tito Véliz
09. POLLERITA - carnavalito - R. Shaw Moreno
10. CUNUMISITA - takirari - Gilberto Rojas
11. FIESTA ALEGRE - carnaval cruceño - H. De La Silva, Tito Véliz
12. CARNAVAL DEL DIABLO - mulisa - Antonio Pantoja
Es de suponer que estos indígenas poseían estilos y costumbres que los distinguían entre sus semejantes, ya sea en alfarería, telares, mitos, supersticiones, instrumentos musicales y formas de comunicarse que para esa época significaban su cultura. La llegada del conquistador en el año 1498 agrega a esos primitivos habitantes de la América del Sud una nueva fuente cultural, que pese a su influencia no logró deformar totalmente lo que ubicamos como raigambre telúrica. Años después, en 1531, Francisco Pizarro de Almagro y Hernando de Luque exploraron el Perú donde se encontraron con el poderoso Imperio de Los Incas, poseedor de una riqueza y cultura superior a otras tribus de América, cuya influencia se extendía a enormes distancias, como ser el noroeste argentino hasta la actual provincia de Córdoba. Cabe destacar que de las dos fuentes culturales que poseemos, la que entró por el Río de la Plata y la del antiguo Perú, se puede decir que esta última continúa su vigencia en la sensibilidad e idiosincracia de todo el norte argentino y de Bolivia, ya sea por ihfluencia del solar natal o porque el conquistador no logró el total sometimiento del hombre del altiplano, esas regiones todavía conservan una pureza que sin ser primitiva, mantienen rasgos y perfiles propios, tanto en vestimentas, costumbres, danzas y música. En la actualidad siguen cultivando su cancionero con preferencia a los nstrumentos típicos como ser la quena, el charango, anatas, pincullos, esrkes, sikus, bombos y cajas. Si bien es cierto que actualmente hay zonas donde no se habla el qUichua, ello no significa que se haya desdibujado por influencias la sensibilidad y el espíritu de los puneños. El nativo puneño sigue haciendo los mismos trabajos y faenas que sus mayores; su vida continúa en ese escenario milenario de sol, piedra y cardón. En la actualidad se pueden ver casas de pastores hechas de adobe asentadas sobre piedras; techo a dos aguas con maderas de ramas torcidas de queñua o cardón, recubierto de pajas; en el interior del techo cuelgan chalonas, patas secas de cabritos, charquis, tiras de cueros, sogas de lana, madejas de hilo para teñir, hilos de lana coloridos (para "floreal" el ganado en "la señalada"), cuajares, y sobre el zarzo, hecho rudimentariamente con ramas secas de tala, se ven los aros y cinchones para moldear quesos. A un costado de la casa se puede observar el corral de pircas con el balido tristón de las ovejas y cabritos, sin que falte el "caschi" ovejero que cuida la majada. Entre las viejas leyendas del altiplano se encuentra Coquena, nombre quichua de un ser legendario perteneciente a las tradiciones del noroeste argentino y del altiplano boliviano. De acuerdo a la superstición secular Coquena es el dios tutelar de los guanacos, las vicuñas, las alpacas y las llamas. Se trata de un enano invisible que se materializa de súbito para premiar a los pastores buenos y, otras veces para castigar o asustar a los que maltratan a los animales. Dicen los paisanos que tiene cara de indio, viste poncho, calza ojotas, y cubre su cabeza con el chulo de colorido multicolor de los quichuas. Toda su ropa es tejida con lana que le dan sus protegidos. Coquena suele, según las creencias lugareñas, guiar personalmente los ganados hacia las zonas donde hay mejores pastos y también reunirlos al son de su endiablada quena como en una fiesta ritual. Por temor a represalias de Coquena, los antiguos pobladores de esas regiones cuidaban celosamente de no herir a las llamas en las tareas de esquila y preferían aislarlas en pequeños grupos cercándolas con hilos de color rojo. En algunas localidades norteñas se encuentra todavía pequeñas estatuas de muy antigua hechura que representan a Coquena y que son aún objeto de supersticiosa veneración. A toda esa región, a todo ese conjunto de paisajes, a ese puñado de colorido y de tiempo, a esos rostros cobrizos que a lo largo de siglos logran mantener un folklore que día a día va floreciendo en la pureza dedicamos este disco y por supuesto también a todos aquellos
que aman la música regional de la América india.
HUGO DE LA SILVA
Hugo de la Silva
RITMOS Y CANTARES DEL ALTIPLANO
Music Hall 2032
01. DANZA DEL VIENTO COYA - carnavalito - H. De La Silva
02. AY, AY, NEGRITA - takirari - H. De La Silva, Tito Véliz
03. BAILECITO DE TILCARA - bailecito - H. De La Silva
04. A LOS BOSQUES YO ME INTERNO - kaluyo - Jorge López
05. LA FIESTERA - cueca - H. De La Silva
06. VIRGENES DEL SOL - tema incaico - Jorge Bravo de Rueda
07. ESPERAN QUE SE LOS DE - chaya - H. De La Silva, Elba Ricciardi
08. SABOR A MIEL - takirari - H. De La Silva, Tito Véliz
09. POLLERITA - carnavalito - R. Shaw Moreno
10. CUNUMISITA - takirari - Gilberto Rojas
11. FIESTA ALEGRE - carnaval cruceño - H. De La Silva, Tito Véliz
12. CARNAVAL DEL DIABLO - mulisa - Antonio Pantoja
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