Los Fronterizos
MISA CRIOLLA
Philips 85512 PC (stéreo)
Philips 82039 PL (mono)
1964
Solistas: Los Fronterizos (Isella, Madeo, Lopez, Moreno)
Coro: Cantoria de la Basilica del Socorro (Dir. Pbro. J. G. Segade)
Dirección: Ariel Ramírez
Las Obras
Cuando Ariel Ramírez se propuso componer una misa cantada sobre formas musicales puramente folklóricas, recibió el estímulo y el asesoramiento del R. P. Osvaldo Catena, asesor de Liturgia para América Latina; del R. P. Jesús Gabriel Segade, director de la Cantoria de la Basílica del Socorro y del R. P. Alejandro Mayol, uno de los más entusiastas promotores de la idea. Después de discutir largamente el tema, se resolvió elegir de común acuerdo el texto litúrgico español aprobado recientemente por los peritos de América Latina.
Sobre esas palabras debía encontrar Ariel Ramírez los elementos rítmicos más adecuados para transmitir el fervor de cada secuencia de la misa dentro del ámbito musical de nuestro f6lklore. A esta dificultad se agregaba el problema de la elección de intérpretes capaces de asumir la responsabilidad de expresar, con la debida belleza y autenticidad, esta ambiciosa creación.
Teniendo en cuenta tales problemas, Ariel Ramírez encaró su composición como una obra para solistas, coro y orquesta. Serían Los Fronterizos, el prestigioso y popular conjunto, quienes se harían cargo de la primera interpretación a través de las voces de sus componentes: Eduardo Madeo, Gerardo López, Julio César Isella y Juan Carlos Moreno. La Cantoría de la Basílica del Socorro, que dirige el R. P. Segade —armonizador de la parte coral— y una orquesta integrada por instrumentos regionales se asociaron con el clave, instrumento que por su sonoridad y su tradición evocativa fue escogido por Ariel Ramírez —su intérprete— para llevar la voz cantante de la orquesta. La percusión, formada por dos bombos legüeros, bateria, tumbadora, gong, cocos, cascabeles y otros accesorios, aportaron a la obra elementos típicamente americanos. Estos medios expresivos son los que interpretan la Misa Criolla.
La Misa Criolla se inicia con el Kyrie, concebido sobre dos ritmos—vidala y baguala— aptos para expresar la honda súplica de esta letanía. Se luce como solista en el tema de baguala, Gerardo López, cuya voz, desgarrada, crispada, dice el tema principal de la oración.
El excelente intérprete de charango Jaime Torres inicia el Gloria con una ejecución magistral, que marca el ritmo de una de las danzas más populares del país: el carnavalito. Es una forma popular elegida con acierto para traducir el júbilo de la gloria del Señor, que Los Fronterizos y el coro exaltan a través de un diálogo encadenado de atrayente vivacidad.
El más difícil de todos los momentos de la Misa Criolla es, sin duda, el Credo, por la grandeza de su tema y por el ritmo escogido: la chacarera trunca, aire muy popular en Santiago del Estero. Un ritmo obsesionante, casi exasperado,subraya la línea meódica que entra con una fuerza dramática impresionante en torno a las réplicas de Los Fronterizos y el coro, alternados en la afirmación de la profesión de fe que es propia de esta parte de la Misa.
Ariel Ramírez trabajó el Sanctus sobre uno de los ritmos más bellos del folklore boliviano: el carnaval de Cochabamba, de marcado y subyugante compás, como lo requiere este momento de la Misa en que se aclma la gloria que llena los cielos y la tierra. El Agnus Dei está dicho en un estilo pampeano íntimo, tierno y a la vez solemne. En esta y en la anterior secuencia, Los Fronterizos en su totalidad, actúan como solitas, con el permanente concurso del coro un ajustado fondo orquestal.
Si la Misa Criolla fue concebida teniendo en cuenta las exigencias de un tema lleno de majestad, los motivos de Navidad Nuestra han sido creados para un retablo criollo donde cada momento del Misterio de la Encarnación es expresado de manera popular: con toda la ternura y plasticidad con que se evoca en el espíritu de la gente sencilla el milagro ocurrido hace dos mil años en tierra de Judea.
Ariel Ramírez dio a cada episodio de la Navidad una voz regional diferente: un chamamé para la Anunciación a Maria, una huella pampeana para la peregrinación de José y María; una vidala catamarqueña para el Nacimiento, La Adoración de los Pastores se hace en ritmo chayero y la de los Reyes Magos en tiempo de takirari; la huida de la Sagrada Familia es una vidala tucumana. Eran necesarios versos cálidos, tiernos, sencillos: palabras que pudieran repetir quienes sintieran la emoción del milagro navideño. Félix Luna fue el poeta que colaboró con Ariel Ramírez en la elaboración de las canciones de Navidad Nuestra. Sus textos, asociados a las melodías populares compuestas por Ariel Ramírez, hacen posible el prodigio de una estampa que tiene sabor y color americano sin perder su contenido universal.
Algunos integrantes de Los Fronterizos cumplen actuaciones relevantes: Julio Cesar Isella canta el chamamé con la tierna gracia que exige el episodio de la Anunciación, al que agregan las sopranos del coro la humilde respuesta de la Virgen María al Angel Gabriel. En la huella —donde el clave de Ariel Ramírez juega un papel conductor— es Gerardo López quien relata la peregrinación de José y Maria, con un Dios escondido” en su seno. El Nacimiento, una canción que expone los elementos básicos de la vidala catamarqueña en un esquema musical que por su línea melódica ouede ser “nuestra” canción de Navidad, ofrece a Eduardo Madeo la oportunidad de cumplir una inmejorable interpretación. La chaya riojana convoca a Los Fronterizos, el coro y la orquesta, en un ritmo jubiloso, pastoril, agreste, que recuerda en su letra y melodía a los villancicos que en el Siglo de Oro español esmaltaron las obras teatrales clásicas. La Adoración de los Reyes Magos viene en tiempo de takirari, el crepitante ritmo boliviano, sobre cuyos compases los magos de Oriente ofrendan al Niño Dios arrope, miel y un poncho de alpaca. Y por fin, la huida de la Sagrada Familia, lenta y golpeada, sobre una vidala tucumana que transmite la angustia de la Madre por escapar al peligro que corre su criatura.
Navidad Nuestra ofrece, en una selecciói que armoniza todas las tonadas de esta tierra, el misterio de la Encarnación al modo nuestro. Al modo tierno y sencillo en que lo suelen cantar, bajo cielos diferentes, aquellos que creen en el mensaje de un Dios que bajó al mundo para traer paz a os hombres de buena voluntad.
Tal, la Misa Criolla y la Navidad Nuestra. Este disco ha reunido la vocación creadora y la emoción interpretativa de muchos hombres y mujeres que han dado testimonio de la perenne vigencia con que se vivifica un misterio de amor, al que se puede cantar con voces propias, vernáculas, porque su dimensión no admite fronteras. Un misterio de amor que —está visto— puede expresarse también, con dignidad y hermosura, en palabras y melodías que transmiten el caliente sabor de nuestra tierra americana.
Liturgia y Folklore
El hombre religioso no es una idea abstracta. Es un hombre situado, configurado vitalmente por dos coordenadas —el espacio y el tiempo— y modelado por su río y su montaña, amasado por su pampa o su ciudad. Un ser concreto, con su ritmo y su cultura, su geografía y su raíz de tierra. El contorno telúrico se hace compás, danza, melodía: le presta su imagen y su poesía. Adán, “el terráqueo’, toma de la tierra no sólo su alimento sino sus formas de decir, de abrirse y comunicarse, de exteriorizar sus penas, sus alegrías, sus desdichas y sus amores, su esperanza y su inquietud.
Y ese hombre concreto, al entrar al templo para hablar con Dios y comunicarse con sus hermanos, ¿debe necesariamente entrar en un mundo extraño? ¿Debe sentirse extranjero en un ámbito de símbolos que no reconoce como suyos, que no lo expresan? ¿Debe acaso revestirse de una personalidad litúrgica extraña para referirse a Dios y unirse en comunión con sus hermanos de Fe?
La Liturgia debía encontrar el punto de reunión entre la Iglesia y la tierra. Producir el prodigio de espíritu que permitiera al hombre sentirse dentro del templo como en su casa, como en su país.
La Revelación concluyó con la muerte del último apóstol. La Liturgia no. La Oración de toda una Iglesia en marcha y en crecimiento, militante y açtiva en su fe, debía canalizarse en formas de expresión vivientes, comunicantes. Renunciar a esa búsqueda era condenar a lo popular a no servir nunca más como instrumento de expresión religiosa.
Un Papa y un Concilio leyeron los signos del tiempo. Y se dijo entonces: “La Iglesia respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares de las distintas razas y pueblos. Estudia con simpatía y, si puede, conserva íntegro lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no esté indisolublemente unido a supersticiones y errores. Y aun a veces lo acepta en la misma Liturgia con tal que pueda armonizar con su verdadero y auténtico espíritu”.
Así se explicitaba la dinámica interna de la catolicidad, en su vigencia ecuménica. Católico significa universal. “Todo lo humano tiene que ver con nosotros” —dijo Paulo VI (“Ecclesiam Suam”). Nada de lo auténtico y valioso de las culturas es ajeno a lo católico. La Iglesia, por fidelidad al Señor, debe reír con el que ríe. Debe llorar tal como llora el hombre. Griega se hizo con los griegos y romana con los romanos. Debe seguir así. Haciéndose africana con los africanos, gaucha con los gauchos y coya con ps coyas. ¿No es ésta, acaso, la ley suprema de la caridad?
Esta Misa Criolla es una síntesis y una invitación. Abre los brazos al hombre para decirle: “Venga a la iglesia con todo lo que está en su carne y en su sangre: con su cultura y sus ritmos, con sus formas de expresión y su paisaje”. La Iglesia no quiere que en el templo se hable un lenguaje extraño. Su lengua es la de Pentecostés: lengua materna, que el hombre aprendió en el contacto áspero y vitalcon su propio suelo. “Venga la danza y el compás; venga la tierra misma”.
Es que la Iglesia está enamorada de la Tierra porque ella es criatura de Dios. La tierra asumirá su propio espíritu, integrará su propio ritmo y lo transformará en vehícude expresión para Dios. Y el hombre se sentirá en la casa del Padre en su propia casa.
La Iglesia, al asumir las diferentes culturas, no hace más que salir al encuentro del Dios oculto en todo hombre, en la carnadura diferente de color de cada hombre, que está hecho, no obstante, a imagen y semejanza de Dios. El Verbo, la Palabra, la Expresión está en todo hombre. El Verbo se hizo carne en la pulsación que inspira su guitarra, sus chacareras, sus bagualas, sus estilos, sus carnavalitos. Y la razón de ser de la Iglesia es ese Verbo Encarnado, Jesucristo. A El debe serle fiel. Es a El que debe buscar en todos los momentos.
Llegue el folklore a la Iglesia y con él. el hombre con su tierra. Abrase el templo para que la tierra entre en su penumbra. Hasta que toda ella se transforme en catedrpl de piedras vivas, saturada de a Divina Presencia.
Y Dios sea todo, en todos.
Padre Alejandro Mayol
Los Fronterizos
Conjunto formado en Salta en 1953. Alcanza prestigio y fama a través de la radiotelefonía y las presentaciones realizadas en teatros y centros culturales en todo el pais. El éxito trasciende las fronteras de su patria y Europa y América los aplauden reiteradamente. Su nivel artístico los destaca en el movimiento folklórico argentino, pero por sobre todo, la fuerza emotiva de sus voces los coloca como el conjunto nacional que mejor interpreta los estilos diversos de nuestra música. Como solistas, en la Misa Criolla, alcanzan la meta máxima de su carrera.
Padre J. G. Segade
Nació en Buenos Aires en 1923. Estudió música con Gilardo Gilardi y órgano con Julio Perceval. Perfeccionó esta especialidad en Lyon, Francia, con Marcel Pehu y Paul Delastre. En 1962 intervino en el Festival Internacional de Organo realizaao en Haarlem, Holanda. Director y fundador del Instituto de Música Sacra de Buenos Aires. Creador de la Cantoria de la Basílica del Socorro, que bajo la dirección de Karl Richter tuvo brillante participación en el Festival Bach realizado en la capital argentina en septiembre de 1964. El padre Segade es actualmente maestro de capilla de la Basílica de Nuestra Señora del Socorro.
Ariel Ramírez
Nació en Santa Fe en 1921. Se especializó en temas del folklore de su país, realizando para ello profundos estudios en las mismas fuentes de origen. En 1950 realizó su primer viaje a Europa realizando estudios sobre folklore de Europa central y en la Academia de Viena. Posteriormente es becado por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid para estudiar en España los origenes de la música y ritmos argentinos. Actúa en las principales salas de concierto de diversos países de aquel continente. En 1952 ofrece un concierto de música argentina en Radio Vaticano. La Misa Criolla es la última composición suya, que ha de abrir indudablemente las puertas para el mejor conocimiento de nuestra música folklórica en el mundo.
Los Fronterizos
MISA CRIOLLA
Philips 85512 PC (stéreo)
Philips 82039 PL (mono)
1964
Solistas: Los Fronterizos
Coro: Cantoria de la Basilica del Socorro (Dir. Pbro. J. G. Segade)
Dirección: Ariel Ramírez
01. Kyrie - Vidala-Baguala - Ariel Ramirez
02. Gloria - Carnavalito-Yaraví - Ariel Ramirez
03. Credo - Chacarera Trunca
04. Sanctus - Carnaval Cochabambino - Ariel Ramirez
05. Agnus Dei - Estilo Pampeano - Ariel Ramirez
06. La Anunciación - Chamamé - Ariel Ramirez-Félix Luna
07. La Peregrinación - Huella Pampeana - Ariel Ramirez-Félix Luna
08. El Nacimiento - Vidala Catamarqueña - Ariel Ramirez-Félix Luna
09. Los Pastores - Chaya Riojana-Ariel Ramirez-Felix Luna
10. Los Reyes Magos - Takirari - Ariel Ramirez-Félix Luna
11. La Huída - Vidala Tucumana - Ariel Ramirez-Félix Luna
http://www.mediafire.com/?h154qe9iv2xxs
MISA CRIOLLA
Philips 85512 PC (stéreo)
Philips 82039 PL (mono)
1964
Solistas: Los Fronterizos (Isella, Madeo, Lopez, Moreno)
Coro: Cantoria de la Basilica del Socorro (Dir. Pbro. J. G. Segade)
Dirección: Ariel Ramírez
Las Obras
Cuando Ariel Ramírez se propuso componer una misa cantada sobre formas musicales puramente folklóricas, recibió el estímulo y el asesoramiento del R. P. Osvaldo Catena, asesor de Liturgia para América Latina; del R. P. Jesús Gabriel Segade, director de la Cantoria de la Basílica del Socorro y del R. P. Alejandro Mayol, uno de los más entusiastas promotores de la idea. Después de discutir largamente el tema, se resolvió elegir de común acuerdo el texto litúrgico español aprobado recientemente por los peritos de América Latina.
Sobre esas palabras debía encontrar Ariel Ramírez los elementos rítmicos más adecuados para transmitir el fervor de cada secuencia de la misa dentro del ámbito musical de nuestro f6lklore. A esta dificultad se agregaba el problema de la elección de intérpretes capaces de asumir la responsabilidad de expresar, con la debida belleza y autenticidad, esta ambiciosa creación.
Teniendo en cuenta tales problemas, Ariel Ramírez encaró su composición como una obra para solistas, coro y orquesta. Serían Los Fronterizos, el prestigioso y popular conjunto, quienes se harían cargo de la primera interpretación a través de las voces de sus componentes: Eduardo Madeo, Gerardo López, Julio César Isella y Juan Carlos Moreno. La Cantoría de la Basílica del Socorro, que dirige el R. P. Segade —armonizador de la parte coral— y una orquesta integrada por instrumentos regionales se asociaron con el clave, instrumento que por su sonoridad y su tradición evocativa fue escogido por Ariel Ramírez —su intérprete— para llevar la voz cantante de la orquesta. La percusión, formada por dos bombos legüeros, bateria, tumbadora, gong, cocos, cascabeles y otros accesorios, aportaron a la obra elementos típicamente americanos. Estos medios expresivos son los que interpretan la Misa Criolla.
La Misa Criolla se inicia con el Kyrie, concebido sobre dos ritmos—vidala y baguala— aptos para expresar la honda súplica de esta letanía. Se luce como solista en el tema de baguala, Gerardo López, cuya voz, desgarrada, crispada, dice el tema principal de la oración.
El excelente intérprete de charango Jaime Torres inicia el Gloria con una ejecución magistral, que marca el ritmo de una de las danzas más populares del país: el carnavalito. Es una forma popular elegida con acierto para traducir el júbilo de la gloria del Señor, que Los Fronterizos y el coro exaltan a través de un diálogo encadenado de atrayente vivacidad.
El más difícil de todos los momentos de la Misa Criolla es, sin duda, el Credo, por la grandeza de su tema y por el ritmo escogido: la chacarera trunca, aire muy popular en Santiago del Estero. Un ritmo obsesionante, casi exasperado,subraya la línea meódica que entra con una fuerza dramática impresionante en torno a las réplicas de Los Fronterizos y el coro, alternados en la afirmación de la profesión de fe que es propia de esta parte de la Misa.
Ariel Ramírez trabajó el Sanctus sobre uno de los ritmos más bellos del folklore boliviano: el carnaval de Cochabamba, de marcado y subyugante compás, como lo requiere este momento de la Misa en que se aclma la gloria que llena los cielos y la tierra. El Agnus Dei está dicho en un estilo pampeano íntimo, tierno y a la vez solemne. En esta y en la anterior secuencia, Los Fronterizos en su totalidad, actúan como solitas, con el permanente concurso del coro un ajustado fondo orquestal.
Si la Misa Criolla fue concebida teniendo en cuenta las exigencias de un tema lleno de majestad, los motivos de Navidad Nuestra han sido creados para un retablo criollo donde cada momento del Misterio de la Encarnación es expresado de manera popular: con toda la ternura y plasticidad con que se evoca en el espíritu de la gente sencilla el milagro ocurrido hace dos mil años en tierra de Judea.
Ariel Ramírez dio a cada episodio de la Navidad una voz regional diferente: un chamamé para la Anunciación a Maria, una huella pampeana para la peregrinación de José y María; una vidala catamarqueña para el Nacimiento, La Adoración de los Pastores se hace en ritmo chayero y la de los Reyes Magos en tiempo de takirari; la huida de la Sagrada Familia es una vidala tucumana. Eran necesarios versos cálidos, tiernos, sencillos: palabras que pudieran repetir quienes sintieran la emoción del milagro navideño. Félix Luna fue el poeta que colaboró con Ariel Ramírez en la elaboración de las canciones de Navidad Nuestra. Sus textos, asociados a las melodías populares compuestas por Ariel Ramírez, hacen posible el prodigio de una estampa que tiene sabor y color americano sin perder su contenido universal.
Algunos integrantes de Los Fronterizos cumplen actuaciones relevantes: Julio Cesar Isella canta el chamamé con la tierna gracia que exige el episodio de la Anunciación, al que agregan las sopranos del coro la humilde respuesta de la Virgen María al Angel Gabriel. En la huella —donde el clave de Ariel Ramírez juega un papel conductor— es Gerardo López quien relata la peregrinación de José y Maria, con un Dios escondido” en su seno. El Nacimiento, una canción que expone los elementos básicos de la vidala catamarqueña en un esquema musical que por su línea melódica ouede ser “nuestra” canción de Navidad, ofrece a Eduardo Madeo la oportunidad de cumplir una inmejorable interpretación. La chaya riojana convoca a Los Fronterizos, el coro y la orquesta, en un ritmo jubiloso, pastoril, agreste, que recuerda en su letra y melodía a los villancicos que en el Siglo de Oro español esmaltaron las obras teatrales clásicas. La Adoración de los Reyes Magos viene en tiempo de takirari, el crepitante ritmo boliviano, sobre cuyos compases los magos de Oriente ofrendan al Niño Dios arrope, miel y un poncho de alpaca. Y por fin, la huida de la Sagrada Familia, lenta y golpeada, sobre una vidala tucumana que transmite la angustia de la Madre por escapar al peligro que corre su criatura.
Navidad Nuestra ofrece, en una selecciói que armoniza todas las tonadas de esta tierra, el misterio de la Encarnación al modo nuestro. Al modo tierno y sencillo en que lo suelen cantar, bajo cielos diferentes, aquellos que creen en el mensaje de un Dios que bajó al mundo para traer paz a os hombres de buena voluntad.
Tal, la Misa Criolla y la Navidad Nuestra. Este disco ha reunido la vocación creadora y la emoción interpretativa de muchos hombres y mujeres que han dado testimonio de la perenne vigencia con que se vivifica un misterio de amor, al que se puede cantar con voces propias, vernáculas, porque su dimensión no admite fronteras. Un misterio de amor que —está visto— puede expresarse también, con dignidad y hermosura, en palabras y melodías que transmiten el caliente sabor de nuestra tierra americana.
Liturgia y Folklore
El hombre religioso no es una idea abstracta. Es un hombre situado, configurado vitalmente por dos coordenadas —el espacio y el tiempo— y modelado por su río y su montaña, amasado por su pampa o su ciudad. Un ser concreto, con su ritmo y su cultura, su geografía y su raíz de tierra. El contorno telúrico se hace compás, danza, melodía: le presta su imagen y su poesía. Adán, “el terráqueo’, toma de la tierra no sólo su alimento sino sus formas de decir, de abrirse y comunicarse, de exteriorizar sus penas, sus alegrías, sus desdichas y sus amores, su esperanza y su inquietud.
Y ese hombre concreto, al entrar al templo para hablar con Dios y comunicarse con sus hermanos, ¿debe necesariamente entrar en un mundo extraño? ¿Debe sentirse extranjero en un ámbito de símbolos que no reconoce como suyos, que no lo expresan? ¿Debe acaso revestirse de una personalidad litúrgica extraña para referirse a Dios y unirse en comunión con sus hermanos de Fe?
La Liturgia debía encontrar el punto de reunión entre la Iglesia y la tierra. Producir el prodigio de espíritu que permitiera al hombre sentirse dentro del templo como en su casa, como en su país.
La Revelación concluyó con la muerte del último apóstol. La Liturgia no. La Oración de toda una Iglesia en marcha y en crecimiento, militante y açtiva en su fe, debía canalizarse en formas de expresión vivientes, comunicantes. Renunciar a esa búsqueda era condenar a lo popular a no servir nunca más como instrumento de expresión religiosa.
Un Papa y un Concilio leyeron los signos del tiempo. Y se dijo entonces: “La Iglesia respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares de las distintas razas y pueblos. Estudia con simpatía y, si puede, conserva íntegro lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no esté indisolublemente unido a supersticiones y errores. Y aun a veces lo acepta en la misma Liturgia con tal que pueda armonizar con su verdadero y auténtico espíritu”.
Así se explicitaba la dinámica interna de la catolicidad, en su vigencia ecuménica. Católico significa universal. “Todo lo humano tiene que ver con nosotros” —dijo Paulo VI (“Ecclesiam Suam”). Nada de lo auténtico y valioso de las culturas es ajeno a lo católico. La Iglesia, por fidelidad al Señor, debe reír con el que ríe. Debe llorar tal como llora el hombre. Griega se hizo con los griegos y romana con los romanos. Debe seguir así. Haciéndose africana con los africanos, gaucha con los gauchos y coya con ps coyas. ¿No es ésta, acaso, la ley suprema de la caridad?
Esta Misa Criolla es una síntesis y una invitación. Abre los brazos al hombre para decirle: “Venga a la iglesia con todo lo que está en su carne y en su sangre: con su cultura y sus ritmos, con sus formas de expresión y su paisaje”. La Iglesia no quiere que en el templo se hable un lenguaje extraño. Su lengua es la de Pentecostés: lengua materna, que el hombre aprendió en el contacto áspero y vitalcon su propio suelo. “Venga la danza y el compás; venga la tierra misma”.
Es que la Iglesia está enamorada de la Tierra porque ella es criatura de Dios. La tierra asumirá su propio espíritu, integrará su propio ritmo y lo transformará en vehícude expresión para Dios. Y el hombre se sentirá en la casa del Padre en su propia casa.
La Iglesia, al asumir las diferentes culturas, no hace más que salir al encuentro del Dios oculto en todo hombre, en la carnadura diferente de color de cada hombre, que está hecho, no obstante, a imagen y semejanza de Dios. El Verbo, la Palabra, la Expresión está en todo hombre. El Verbo se hizo carne en la pulsación que inspira su guitarra, sus chacareras, sus bagualas, sus estilos, sus carnavalitos. Y la razón de ser de la Iglesia es ese Verbo Encarnado, Jesucristo. A El debe serle fiel. Es a El que debe buscar en todos los momentos.
Llegue el folklore a la Iglesia y con él. el hombre con su tierra. Abrase el templo para que la tierra entre en su penumbra. Hasta que toda ella se transforme en catedrpl de piedras vivas, saturada de a Divina Presencia.
Y Dios sea todo, en todos.
Padre Alejandro Mayol
Los Fronterizos
Conjunto formado en Salta en 1953. Alcanza prestigio y fama a través de la radiotelefonía y las presentaciones realizadas en teatros y centros culturales en todo el pais. El éxito trasciende las fronteras de su patria y Europa y América los aplauden reiteradamente. Su nivel artístico los destaca en el movimiento folklórico argentino, pero por sobre todo, la fuerza emotiva de sus voces los coloca como el conjunto nacional que mejor interpreta los estilos diversos de nuestra música. Como solistas, en la Misa Criolla, alcanzan la meta máxima de su carrera.
Padre J. G. Segade
Nació en Buenos Aires en 1923. Estudió música con Gilardo Gilardi y órgano con Julio Perceval. Perfeccionó esta especialidad en Lyon, Francia, con Marcel Pehu y Paul Delastre. En 1962 intervino en el Festival Internacional de Organo realizaao en Haarlem, Holanda. Director y fundador del Instituto de Música Sacra de Buenos Aires. Creador de la Cantoria de la Basílica del Socorro, que bajo la dirección de Karl Richter tuvo brillante participación en el Festival Bach realizado en la capital argentina en septiembre de 1964. El padre Segade es actualmente maestro de capilla de la Basílica de Nuestra Señora del Socorro.
Ariel Ramírez
Nació en Santa Fe en 1921. Se especializó en temas del folklore de su país, realizando para ello profundos estudios en las mismas fuentes de origen. En 1950 realizó su primer viaje a Europa realizando estudios sobre folklore de Europa central y en la Academia de Viena. Posteriormente es becado por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid para estudiar en España los origenes de la música y ritmos argentinos. Actúa en las principales salas de concierto de diversos países de aquel continente. En 1952 ofrece un concierto de música argentina en Radio Vaticano. La Misa Criolla es la última composición suya, que ha de abrir indudablemente las puertas para el mejor conocimiento de nuestra música folklórica en el mundo.
Los Fronterizos
MISA CRIOLLA
Philips 85512 PC (stéreo)
Philips 82039 PL (mono)
1964
Solistas: Los Fronterizos
Coro: Cantoria de la Basilica del Socorro (Dir. Pbro. J. G. Segade)
Dirección: Ariel Ramírez
01. Kyrie - Vidala-Baguala - Ariel Ramirez
02. Gloria - Carnavalito-Yaraví - Ariel Ramirez
03. Credo - Chacarera Trunca
04. Sanctus - Carnaval Cochabambino - Ariel Ramirez
05. Agnus Dei - Estilo Pampeano - Ariel Ramirez
06. La Anunciación - Chamamé - Ariel Ramirez-Félix Luna
07. La Peregrinación - Huella Pampeana - Ariel Ramirez-Félix Luna
08. El Nacimiento - Vidala Catamarqueña - Ariel Ramirez-Félix Luna
09. Los Pastores - Chaya Riojana-Ariel Ramirez-Felix Luna
10. Los Reyes Magos - Takirari - Ariel Ramirez-Félix Luna
11. La Huída - Vidala Tucumana - Ariel Ramirez-Félix Luna
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